TRANQUILO, CARIÑO, YA SÉ QUE NO ES LO QUE PARECE
Con la inclusión de algunas nuevas preguntas en el cuestionario, ya tenemos los datos de la medición de SABA Consultores correspondiente al 7 de agosto, dentro del proyecto “SABA por un México informado”.
En cuanto a las cuestiones que ya aparecían en el primer monitoreo, hay que decir en primer lugar que el triunfo de AMLO y las esperanzas depositadas en el mismo siguen siendo aquello que está más presente en la mente de los mexicanos. Tímidamente, aparecen en segundo plano asuntos como el nombramiento de Bartlett. Pero es claro que López Obrador es el protagonista absoluto, y en positivo, de la vida política, anticipándose al ejercicio efectivo del poder, como él mismo parece buscar. Su presencia en medios es apabullante y su equipo se encarga de que así sea.
Es evidente que, técnicamente, seguimos en el sexenio de Peña, pero no podemos cerrar los ojos a una realidad: la gran influencia de las noticias sobre nombramientos o intenciones del nuevo gobierno, que en mucha medida generan reacciones e incluso decisiones. Si aceptamos, como parece que sucede, que la estabilización del tipo de cambio se debe a un efecto benéfico de la victoria de AMLO, debemos aceptar también que muchos movimientos políticos, económicos, e incluso judiciales, sean impulsados por razones similares.
Respecto a las nuevas preguntas del cuestionario, podemos resumir los datos así: no se definen con claridad preferencias para presidir el PAN, aunque me atrevo a anticipar que el público se irá inclinando por Moreno Valle. En principio, la gente no desea la despenalización del aborto ni la legalización de las drogas, y hay división de opiniones en cuanto a la eutanasia. Sin embargo, en estos tres temas habrá que observar la evolución de los datos conforme se ajusten los márgenes de error.
Una mayoría ve con buenos ojos el desempeño del INE durante el proceso, a pesar de la polémica sobre el fideicomiso. Hay desacuerdo en que Meade dirija Banxico y, en menor medida, con la designación de Bartlett para la CFE. Pero estas disconformidades no afectan lo más mínimo a la percepción sobre AMLO. Continúa intacto su capital político y no hay apenas cambios en las motivaciones que le llevaron a él al triunfo y a sus rivales a la derrota, ni tampoco el menor asomo de duda sobre sus decisiones. Esta paradoja ya se dio en la campaña: seguir al líder a pesar de disentir con sus intenciones, pareciera que aceptando sus motivos sin entrar a cuestionarlos. Si Andrés lo ha decidido, por algo será.
Para intentar comprender este fenómeno, casi más que un análisis, haría falta una exégesis. En las reacciones de sus seguidores, lo preocupante es la disculpa permanente a cuanta contradicción o sospecha pueda recaer sobre las decisiones que adopta el líder, con las que hay a veces desacuerdo pero nunca una reacción negativa. Por tanto, lo llamativo es la ausencia total del tan necesario espíritu crítico entre los correligionarios de AMLO, que, en una obnubilación casi amorosa, hallan disculpa para todo lo que haga o proponga el de Tabasco, o como máximo aconsejan paciencia. Normalmente, cuando uno de los integrantes de una pareja es descubierto en actitud sospechosa de forma más o menos clara, es el sorprendido el encargado de esbozar la conocida frase de “amor mío, esto no es lo que parece”.
Con el flamante Presidente electo sucede lo contrario: sus seguidores le evitan hasta la disculpa. Pareciera que las gentes de Morena se conducen así: “No es lo que veo, tampoco es lo que oigo; ni siquiera es lo que entiendo: es lo que me diga Andrés Manuel, y bien está.” De este modo, parece que no importa qué personajes acompañen a AMLO en su proyecto, por muy indicativa que pueda ser su presencia, porque si AMLO dice que son los adecuados, quiénes somos los demás para dudarlo, sea cual sea su historial o su pasado.
Y en esa comunión colectiva con ruedas de molino pretenden los seguidores de Andrés que nos integremos todos, acuñando una nueva formulación para la frase clásica: “Tranquilo, cariño, ya sé que no es lo que parece”. De modo que se invierten los roles, y el sospechoso se ahorra la explicación. Y así estamos, no sabemos hasta cuándo. Deben ser cosas de la cuarta transformación.