“Prefiero caminar con una duda, que con un mal axioma.”.- Javier Krahe
Nos dice la Real Academia de la Lengua que “un axioma es una proposición tan clara y evidente que se admite sin demostración”. Así, los aplaudidores de AMLO, los “agradaores”, como se les llamaba a ciertos empleados contratados exclusivamente para tener contentos a los señoritos ricos, sostienen como verdad inmutable que Andrés Manuel goza del amor incondicional de una amplia mayoría de su pueblo. Lo cual, por tanto, le otorgaría una legitimidad sin precedentes. Pero sobre todo que de ahí se infiere tal acierto en su gestión que rozaría la infalibilidad papal. La afirmación axiomática vendría a decir algo así como que, si una mayoría tan notoria lo aprueba, es que lo hace todo rematadamente bien.
La lamentable realidad, como cualquiera que tenga ojos en la cara puede comprobar, es muy otra. Los datos de SABA Consultores vienen refrendando semana tras semana esa aprobación, que, si bien habría que ver si es por afecto o por rédito, podría confirmar la primera parte del axioma: una mayoría respalda a Andrés Manuel. Y eso, aunque hoy, como para dar la contra, aparecen tres variaciones que refutan momentáneamente esa tesis. Dos advertencias negativas para el presidente y una para su partido en intención de voto. Esta última, junto con su homónima en la aprobación al líder, son algo engañosas, puesto que se acaban de recalcular los límites de control, y hace apenas una semana no hubieran representado aviso alguno. La otra es más clara, y supone un repunte en la consideración como peor político, impulsada sobre todo por los de más estudios, entre los que están los arrepentidos de haber creído descubrir el hilo negro propagando en su día la fe en López Obrador. Nadie piense, yo desde luego no lo hago, que esto es la antesala de un derrumbe, más bien parece un accidente pasajero y es muy probable que las aguas vuelvan al cauce de la estabilidad previa.
Pero eso de que, por el mero hecho de tener apoyo popular, todo lo que hace está bien, es harina de otro costal. Y, sin embargo, hay multitud de gentes convencidas de ello, y otros que así nos quieren convencer. El “Top of mind” de hoy está sabroso: aparece, como siempre, trufado de cuestiones relacionadas con la violencia (consecuencia lógica de la profunda preocupación por la inseguridad) y con el coronavirus. Pero hay dos conceptos muy ilustrativos, la gente que reunió AMLO y sobre todo “que han nombrado a nivel mundial en segundo lugar al presidente”. Ahí queda eso. Subcampeón, medalla de plata, segundo en un final de infarto. Se diría que algo que celebrar como si fuera un éxito deportivo.
Lástima que la realidad agüe esa fiesta. Para empezar, muchos de quienes manifiestan respaldar a López son los mismos que se quejan amargamente por la inseguridad o el encarecimiento de la canasta básica, en ese reino de la paradoja que acompaña al presidente desde su elección. Muchos de ellos se han manifestado reiteradamente en desacuerdo con las decisiones de AMLO, y como sabemos su mayor fortaleza son quienes reciben apoyos, y no hay más que ver los antihipocentros de los avisos negativos de hoy para, una vez más, comprobarlo. Por el interés te quiero, Andrés. Y no sólo por el económico. El gallo disidente Monreal, que clama “apertura o ruptura”, acaba de dedicar un artículo, más bien panegírico de alabanzas, casi una hagiografía, titulado “El líder que no engaña”. Sin embargo, y al paso que vamos, toda afirmación que relacione al presidente con el acierto, y muchas veces con la verdad, más que un axioma es un oxímoron: una contradicción en sí misma.