No es novedad que AMLO no deje de hacer locuras. Su obsesión de venganza contra la Suprema Corte de Justicia, que medianamente contuvo sus insensateces, ya trae al dólar por el orden del 19.3.
Da la impresión de que no se resigna a irse a la chingada y que, como el rey Luis XV de Francia, nos diga: “Después de mí el diluvio”.
Rodrigo Borja Ceballos expresidente de Ecuador (1988-1992), en su Enciclopedia de la Política, nos dice:
“La expresión de Luis XV es una condensación del egoísmo político. Ella ha llegado hasta nuestros días para significar que no importa lo que ocurra con un país cuando determinado personaje ya no esté en el lugar de dirección”.
Mejor descripción de AMLO en su actitud actual no podría expresarse. Es egoísmo puro, lo que destila al dinamitarle a Claudia el país que ha de gobernar. Veamos:
- AMLO le ha quitado la legitimación de origen a Claudia (que ya nunca podrá recuperar), al orquestar su Mega Fraude del Bienestar.
- Claudia está obligada a legitimarse desde el poder; hace esfuerzos por recuperar la conciliación, el diálogo y respeto a los opositores, y de manera grosera le obstruye esa opción, llevando la polarización del país al punto más elevado.
- No menos grosero e irrespetuoso es ese beso que pasará a la historia, que le dio a Claudia a la vista de todos, al más puro estilo de Pepe Le Pew (un apestoso zorrillo de caricatura).
- AMLO da muestras de obsesión por demostrar un poder que inevitablemente se le escapa de sus manos. Vive el drama de los que están acabados y no quieren aceptarlo.
Muchos como yo no votamos por Claudia, pero ante la disyuntiva de Claudia o AMLO, sin dudarlo apoyaremos a Claudia.
Así las cosas, compañeros. Son tiempos de patriotas, pero si AMLO continúa con sus locuras surgirán los partisanos, y entonces darán inicio los chingadazos.
Salvador Borrego, Ph.D.
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