Vaya desaire el que ayer le hizo Claudia a su tocayo X. González. Se negó a platicar en corto con el empresario que llega, con sus productos, a las partes más sensibles de las humanidades mexicanas.

 

Me recordó una historia de cuando Venustiano Carranza era presidente y llegó el entonces embajador de USA en México, con la intención, como Don Claudio ahora, de charlar con el presidente. Cuando el secretario particular de Carranza le notificó que el embajador se había hecho presente con la intención de hablar con él, el general le dijo: “dígale que se vaya a chingar a su madre”. El secretario, muy apenado, como supongo que ayer estaba el psiquiatra De la Fuente, le dijo al embajador: “al señor presidente le es imposible recibirlo; se lamentó muchísimo”.

 

Así las cosas compañeros; ya se va viendo el talante de Claudia, pero también se va viendo que AMLO no la va a respetar, pues ya le propinó el primer regaño público, al descalificar la actitud de Claudia diciendo que no debería ensañarse con los viejitos.

 

¿Cómo le cayó a Claudia que la regañaran? ¡Sepa Dios! Quizá AMLO, en su condición de viejito, lo que está pidiendo a Claudia es que no se vaya a ensañar con él, bajo la idea de que “el que por otro pide, por sí aboga”.

 

Por lo pronto, dentro de la fanaticada Morena ya se escuchan voces en favor de Claudia por mandar al empresario a la chingada, y también en favor de AMLO, por andar de metichón.

 

Y acá, desde la marginación, en el graderío de sol, ya se escuchan los gritos típicos en esta clase de espectáculos entre el circo romano y el pancracio nacional: ¡Quiero ver sangre!

 

Salvador Borrego, Ph.D.
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