Los números obtenidos por Saba Consultores en sus mediciones hasta el 11 de noviembre, nos ofrecen la paradójica situación de que existe una ciudadanía (representada por los entrevistados) que tiene un mayor interés en la política —un 56.1% de ellos esta vez pero que ha permanecido en ese rango en las últimas cuatro mediciones—pero que al mismo tiempo se mantiene indiferente a los partidos políticos, con un 68.7% de entrevistados que dicen no tener preferencias partidistas, y que de igual forma (aunque en menor grado), también es indiferente a las figuras más conocidas de esos partidos, ya que, durante el periodo medido, un 66.3% en promedio manifestó no seguir a ninguna de ellas. En mediciones anteriores este porcentaje (que se clasifica en el rubro del Top of Mind o intención espontánea de voto) se mantenía encima de un 70%. Esta vez disminuye, pero el aumento en el número de personajes que los entrevistados mencionan indica una “dispersión” (como le llamó Fernando Elizondo el “resucitado”) y no el fortalecimiento de alguno de ellos. Al interior de los partidos la indiferencia es todavía mayor. Cuando se le pregunta a los militantes priistas por quién de los miembros de su partido votarían, un 83.8% dice no tener ningún favorito y, en el caso del PAN, un 84.8% de los simpatizantes tampoco tiene preferencia por ninguno de sus líderes. Por un lado, los entrevistados muestran un interés creciente en temas políticos, y por otro, se percibe una incapacidad de la clase política para aumentar ese involucramiento.Si juntamos lo anterior con el hecho de que un 31% de los entrevistados mantiene su preocupación en los hechos de Iguala (y en la presunta muerte de los estudiantes de Ayotzinapa), podemos vislumbrar que el proceso de politización de las preocupaciones de los entrevistados –y por lo tanto de la ciudadanía–, están muy lejos de la “guerra frívola” entre la clase política disputándose los pequeños segmentos de la población que los apoya. Esa frivolidad ha llegado a niveles inauditos con la campaña de Ugo Ruiz en contra del ‘MAs’ de Margarita Arellanes, a pesar de que hace unas semanas esa propaganda parecía no superarse en banalidad por ningún otro slogan.Como los partidos políticos, y sus figuras, permanecen alejados de la tragedia que vive el país, el efecto de los hechos de Ayotzinapa golpea más bien a las instituciones en esta “crisis de Estado” que estamos viviendo. IPor esta razón, los números obtenidos por el gobernador Rodrigo Medina indican, por ejemplo, una calificación de un 6.6 en esta medición que proviene de otras tres en donde obtuvo un rango de 6.8 y sus calificaciones altas bajaron a un 48.4%l del total, y que al mismo tiempo procede de dos mediciones en donde estuvieron entre 52% y 58%. Su aprobación también fue impactada y bajó de un 61% a sólo un 57.3% en esta última medición. El impacto de la crisis generada por los sucesos de Guerrero se alimentó con el escándalo de la Casa Blanca de los Peña Nieto en Las Lomas de Chapultepec, y con el “ya me cansé” de Murillo Karam. Crisis que pudo haber sido mayor para Rodrigo Medina como autoridad y que parte de ese Estado que se tambalea.