Alguna vez me hice el propósito de leer completa la Biblia antes de morir. La leía despacio, porque de algún modo desarrollé la idea de que, una vez terminada su lectura, a mi vida le quedaría ya muy poco de vigencia.
Pero ocurrió algo que hizo que acelerara la lectura de la Biblia, y ya encarrerado me seguí con el Corán y la Torá: la llegada de AMLO a la presidencia.
Me resultó imperativo ir a las religiones, para entender a un líder político cuya praxis es cargadamente religiosa.
Son liderazgos, con causas tan superiores, que cualquier sacrificio humano como abandonar a su suerte a padres ancianos, esposa e hijos, languidece. ¡Sígueme!
Debes, adicionalmente, llevar un comportamiento de acuerdo a sus muy superiores mandamientos, y si no: ¡el lloro y crujir de dientes! Debes conformarte con un par de zapatos y comer tortillas de maíz, frijolitos y arroz. ¡Para qué más!
¡Cristo es amor! ¡Sí! ¡Siempre y cuando hagas todo lo que él quiere! ¡AMLO también es amor!