“La decepción no es algo que buscas, pero tiene una maravillosa manera de despejar la mente”. Stephen King.

 

Quienes conocen la metodología de SABA Consultores (y quienes no, deberían conocerla), saben que uno de los motivos fundamentales por el que fallan las encuestas y hay tanta desorientación en la medición de la opinión pública es la velocidad con la que se propagan las noticias. Hay más razones, desde luego, como la incompetencia o la falta de profesionalidad, pero las dejaremos aparte.

 

La cuestión es que don Andrés, siempre en busca de hacer historia, se ha propuesto al parecer doblar la apuesta: no contento con la velocidad de propagación, ha tomado como tarea aumentar hasta el vértigo la generación de las propias noticias, con lo cual estas se atropellan unas con otras sin dar apenas tiempo a reaccionar a un público en parte obnubilado, en parte desconcertado ante lo que ve. Es la desactualización permanente de la actualidad, la labor constante de enterramiento de un acontecimiento por otro. Las cajas chinas en su expresión más perfecta y acabada.

 

En esta ocasión, apenas estaba saliendo del horno el monitoreo de SABA, con datos, como veremos, de nuevo poco halagüeños para el Presidente, cuando ya el mandatario generó otro tornado con el asunto, por llamarlo de alguna manera, del BOA: el llamado Bloque Opositor Amplio, casi nadie al aparato. La gran conspiración, el gran complot internacional que pretende, atención, oponerse a su política y buscar su revocación.

 

Al margen de lo fantasioso o no del hecho, o del origen de la “documentación” que mostró en su homilía matutina, lo que yo al menos no puedo pasar por alto es lo siguiente: ¿es ilícito, en democracia, organizarse como oposición, participen o no los empresarios y la sociedad civil? Revocar el mandato presidencial, iniciativa que él mismo defendió con entusiasmo hace apenas mes y medio, ¿se convierte de repente en un atentado contra el pueblo?

 

Que la oposición pretenda hacerle perder su mayoría en las cámaras en las intermedias del próximo año, ¿no es una legítima y lógica aspiración en democracia, que él mismo ha perseguido durante décadas hasta finalmente lograrlo? Andrés Manuel se ha dado cuenta que no es lo mismo ir para el baile que venir del baile, ni que estar en el baile mismo, que es donde se haya ahora el señor Presidente.

 

Así que, con ser rabiosamente actuales, los datos de SABA del día 8 pierden algo de vigencia, no sabemos si para bien o para mal de los intereses del tabasqueño, porque sucede que a veces este tipo de ocurrencias como el BOA actúan como revulsivo entre sus seguidores.

 

Sobre esta “conspiración” volveremos después, pero a fe que según los datos que tenemos los fieles a AMLO necesitan un incentivo, porque parecen estarse instalando, poco a poco, sin prisa pero sin pausa, en el desengaño, lo cual se está combinando con un aumento de la polarización que el propio Andrés alienta cada día. Sospecho que porque hasta ahora le ha ido bien. Quizá, ahora que no le va tan bien, reaccione atizando aún más el enfrentamiento y la tensión, y el BOA es un buen botón de muestra.

 

La cosa es que, en un hecho nuevamente casi inédito, se mantiene la mala evolución de sus valores. Hasta ahora, lo habitual en sus malos momentos es que fueran circunstanciales, y a un desgaste siguiera una pequeña recuperación, lo cual en este caso no es así, y en consecuencia este bache tiene visos de ser más serio. Sigue igualmente haciéndose cierto que el desánimo cunde entre sus propias filas, pero a eso hemos de añadir un repunte significativo entre sus detractores. Es el aumento de la polarización mencionado: quienes están en su contra también se movilizan, y eso debe ser lo que no le parece democrático al señor Presidente.

 

En el “Top of mind”, que sigue dominado por el Covid19, podemos comprobar lo anterior. Por un lado, aparecen conceptos relacionados con la línea argumental de la información del Gobierno, sobre todo con respecto a los sucesos de Jalisco. No me detendré mucho en este punto, porque también tuvo su ración Enrique Alfaro en la “conspiración del BOA”. Ante el burdo montaje a costa de la muy lamentable muerte de un detenido, se hace fácil decir “Jalisco, no te rajes”.

 

Mi opinión sobre Alfaro era más bien neutra, pero he de decir que alabo su contundencia en el comunicado televisivo a cuenta de los incidentes. Y también que al día siguiente dio un paso atrás. En todo caso, quizá Andrés Manuel esté apuntalando a un líder de la oposición, que en Jalisco es muy, muy popular, aunque le manden grupos organizados a generar disturbios. Eso está demostrado, quién los mandó quizá esté por demostrar, pero, oigan, la reciente llegada de Citlali Ibáñez, perdón, Yeidckol Polevnsky Gurwitz, siembra, al menos, la duda.

 

Por cierto que siempre pienso que, ya puestos a elegir, podría haber tomado por nombre el de Gran Duquesa Anastasia Romanov, y hubiera dado para una buena película. Pero es cuestión de gustos, bastante tiene “la enviada” con la grilla interna que le han montado los propios tapatíos. Tengo leído en alguna parte que eso se debe a la “democracia interna” de Morena. Válgame Dios. No quieren democracia fuera, ¿la van a querer dentro?

 

La cosa es que, en el “Top of mind”, también se reflejan síntomas de descontento: “Mexicanos ya no quieren a AMLO”; “Malas decisiones del Presidente”; y sobre todo, por novedoso, “el Presidente quiere callar a periodistas”. Todo eso, antes de la mascarada del BOA. Sin llegar en esta ocasión a la advertencia en los indicadores aprobación y desaprobación, lo que se comprueba en este monitoreo son sendas tendencias a peor en ambos rubros. Los valores de AMLO siguen por mala senda.

 

Además, lo más significativo y lo que más debería preocupar a Andrés Manuel es el segundo aviso desfavorable consecutivo en su calificación media, que es el tercero en las cuatro últimas mediciones. Esto ni es circunstancial ni obedece a la casualidad. La repetición, a su vez, de la alerta negativa en calificaciones altas confirma que gran parte del problema está en la decepción entre sus huestes. El hipocentro nos ilustra más aún: al margen de los de más estudios, habituales en la mala opinión, aparecen la clase media, una vez más los usuarios de internet, y la Ciudad de México.

 

Sabemos ya que no es novedad que AMLO está perdiendo a los capitalinos. Pero esta circunstancia se ha acentuado mucho durante el último mes y medio. Resulta difícil no establecer una relación entre esto y el Covid19. Eso a pesar de que entre el Tren Maya, lo de Jalisco y las homilías mañaneras casi ha pasado a un segundo plano el doctor Gatell, alias “el domador de pandemias”. Claro que con la particular y sui generis forma de manejar los números, las conferencias de prensa del subsecretario llevan camino de parecerse al título de aquella película de Scorsese, ya saben, “La invención de Hugo”.

 

Hay más datos sugerentes. Uno de los que más es la rápida tendencia al alza del número de quienes no se identifican con ningún partido. Una conclusión plausible es que los desengañados de Morena reaccionan con desapego hacia todos. Lo anterior encuentra corroboración observando que los que se sienten orgullosos de AMLO descendieron también hasta el aviso negativo, y en el hipocentro están justamente los que rechazan a todos los partidos. El tránsito del amor al desengaño, sobre todo si recordamos que la semana pasada vimos a los apartidistas consolidándose como debilidad del Presidente. También aumentaron quienes se sienten avergonzados de él. Y, a título casi de curiosidad, Salinas de Gortari se descolgó del triple empate en peores políticos, y el liderazgo ya tan sólo lo comparten AMLO y su predecesor. Cosas de la vida.

 

En conclusión, la evolución de AMLO ha ido a peor desde aproximadamente hace un mes, pero lo que era un desgaste en principio leve se ha intensificado en las últimas dos semanas. Queda comprobar, en la próxima medición, los efectos del BOA y de lo que (¡líbranos, Señor!) esté por venir. La rimbombante presentación en la “Mañanera” del documento probatorio de la “conspiración” no fue más que la reedición, corregida y aumentada, del “conmigo o contra mí” de un par de días antes, en otra (una más) cortina de humo que ha hecho pasar de puntillas sobre varias cosas: el préstamo de mil millones de dólares del Banco Mundial que es una “operación de rutina”, según AMLO; o el cierre, ayer mismo, de la agencia pública de noticias mexicana, tras intentar impedir una huelga de los trabajadores por intromisiones y exigencias encaminadas a atacar a periodistas críticos con el Gobierno.

 

Lo publicó hace ya mes y medio Carmen Arístegui, pero la que fuera portavoz de la 4T ha caído en desgracia. Como Denisse. Como Proceso. Y como todos los que están en la “lista del BOA”, incluyendo algún encuestador despistado, como Mitofsky, que  al final va a acabar como un triste “mal pagao” después de tanto servicio.

 

Es cierto que esto del BOA nos ha proporcionado momentos memorables, como Fernández Noroña llorando, sí, llorando, por los crueles ataques que sufre el “el líder de su pueblo”. Pero tampoco nos quedemos en la superficie ni lo reduzcamos al absurdo. Todo esto sería cómico si no fuera también penoso, en cierto modo vergonzoso, y en gran parte peligroso. ¿Qué será lo siguiente, los juicios de autocrítica? Demasiados años en la oposición acostumbraron a AMLO a vivir a la contra, y ahora quiere gobernar también “contra alguien”. Ya se publicó la primera lista, aguas. Pero le faltó incluir a un personaje clave: Andrés Manuel López Obrador. Su mayor enemigo siempre fue él mismo, lo fue en la oposición y ahora también lo es en el gobierno.