La sola idea de que una cosa cruel pueda ser útil, es ya de por sí inmoral.- Cicerón



Una vez más, se produjo el trágico hecho cotidiano de la violencia y de la pérdida de control territorial por parte del Estado. Esta vez fue en Texcaltitlán, en el Estado de México, donde los nuevos caudillos del poder local, los narcos de la Familia Michoacana, exigían pago de piso. Catorce muertos. La singularidad del hecho es que los pobladores, ayunos de la protección del gobierno, decidieron defenderse solos, por más que Delfina diga que no lo están. A los hechos me remito. Los datos de SABA Consultores de esta semana nos prueban que, como siempre, la violencia y la inseguridad son las cuestiones más presentes en la mente de los mexicanos, y que esos hechos concretos lo han estado con bastante relevancia. Lamentablemente, y también una vez más, nos encontramos con la paradoja de que el responsable principal de que tal barbarie desaparezca resulta premiado con el favor popular.


Los avisos favorables para el presidente son generalizados, en aprobación, desaprobación, calificaciones altas y bajas, e incluso en la indicador de mejores políticos. En este último caso, con un aumento espectacular del porcentaje, que equivale a un aplauso general de sus seguidores más contumaces. A la estela de ello, tanto Morena como Claudia Sheinbaum se ven impulsados en similares términos, con sendas advertencias positivas en intención de voto. El denominador común de todos estos avisos es que fueron impulsados, básicamente, por los de menos estudios y, sobre todo, por los perceptores de apoyos sociales. Los cuales, por cierto, han aumentado en las últimas semanas. Son precisamente quienes no los perciben, los de ingresos por debajo de 2400 pesos (evidentemente fuera de ese beneficio), y los de más estudios, quienes menos propiciaron los avances. En algunos casos, también quienes viven en Edomex. Menos mal.



Xóchitl, mientras tanto, e independientemente del vodevil sucedido en Nuevo León, continúa con su lenta tendencia a desinflarse. Parece que nadie la avisa de que su estrategia es errónea. El amado líder nos habla de Claudia en los siguientes términos: “Será una continuidad con cambio”. ¿Les suena? El armazón es básicamente el mismo: un estructura basada en los programas sociales y una oligarquía con un instrumento de perpetuación. Antes se llamaba de otra manera, ahora su nombre es Morena, o 4T, como prefieran. Todo para sostener una lucha sorda por el poder, dizque en nombre del pueblo, pero completamente ajena a las voluntades populares, compradas por un plato de frijoles. Así hacen cierta la sentencia de Borges, según la cual la democracia se convierte a menudo en un mero abuso de la estadística. Dicho de otro modo, generar mayorías empobrecidas y dependientes resulta rentable. Aderecemos eso, como demuestra el último informe PISA, con unos resultados educativos lamentables, y el platillo está listo. Ahora bien, la instrumentación del partido oficial durante tantas décadas se debía a unas lealtades que ahora parecen haber cambiado.



Cuando hablamos de enfrentar al crimen organizado no podemos obviar el problema de quién organiza el crimen, o con la complicidad de quién crece y se multiplica. Ese es el elefante en la habitación que todo el mundo prefiere ignorar. El asunto de los abrazos en lugar de balazos es toda una vergonzosa declaración de intenciones, más bien de sumisión. Quien no lo quiera ver está ciego. Es hora también de reconocer que, bajo la máscara de la estabilidad, México se ha mostrado como una excepción en Hispanoamérica, pero es radicalmente falso que se haya evitado la violencia. La ha habido, y mucha, desde los cristeros hasta Texcaltitlán, pasando por Tlatelolco, por el día a día, y por bastantes procesos electorales. Abramos los ojos. Si es la hora de la ciudadanía, a falta de la debida protección del Estado, lo es a riesgo de una confrontación civil.