Los cautos rara vez se equivocan.- Confucio
La medición de SABA Consultores del día 27 de febrero tiene claramente un asunto central: las indiscutibles alertas negativas que recibe el Presidente, sin parangón como descenso abrupto más que con la otra crisis de aprobación, que sucedió justo hace un año. Es decir, en vísperas de la manifestación feminista de 2020, en aquellos días previos a la explosión pandémica mundial. La caída de la aprobación hasta algo más del 53 % no tiene precedente desde entonces, y es fácil ver un paralelismo que tal vez exista, pero analizaremos después.
Es también tentador establecer una relación directa con el manejo que el Presidente ha tenido del caso Salgado Macedonio, torpe como es habitual, y cabeceando para el lado del golpe como ya se ha convertido en costumbre. Sin embargo, hay un dato que nos aconseja prudencia en ese sentido: el feo asunto del fugaz candidato apenas es mencionado en el “Top of mind” de acontecimientos. Dicho de otro modo, los medios pueden haberle prestado mucha atención, pero los mexicanos casi ninguna.
Esta disfunción entre lo que difunden los medios y lo que realmente preocupa a los mexicanos es ya una constante que sería materia de otro análisis, pero que en todo caso debería tener muy en cuenta la clase política. Hay, sí, un estrato de población que atiende y participa de los medios, pero me temo que tanto estos como la capacidad de esa “élite” están sumamente desacreditados. Tómese nota de una de las razones de lo que, hasta hoy, viene siendo una extrema solidez en la aprobación de Andrés Manuel López Obrador.
Que el Presidente comete reiterados errores creo que es algo fuera de discusión. Y que hasta ahora la gran pregunta ha sido cuándo iba a llegar ese error que iniciara su declive también pienso que es algo en lo que pocos estarán en desacuerdo. Son múltiples los comentarios que, avalados por esta llamativa alerta, califican la situación como la ruptura que marcará un antes y un después en su gobierno. Creo que, por suerte para unos y desgracia para otros, esto no va a ser así, o al menos no de forma decisiva, ni tampoco de cara a la elección de diputados federales. Me permito ir a contracorriente, ejercer de abogado del diablo, sin que con ello me refiera a don Andrés, sino a la envidiable estabilidad que se pone en cuestión con esta alerta. Lógicamente puedo equivocarme, y lo bueno es que en breve tendremos ocasión de comprobarlo, tan pronto como dispongamos de una nueva medición.
Estas son mis razones para opinar que estamos ante una situación de riesgo pasajero más que ante una certeza inevitable. La primera, la ya mencionada de la poca atención prestada por el público en general al caso de Félix Salgado. Más aún, que tal problema está en vías de resolución desde antes del monitoreo, pues ya no es candidato y la maquinaria interna de Morena lo enjuagará con una de sus encuestas a modo. En cuanto al paralelo con marzo del año pasado, si lo aceptamos, hemos de hacerlo en su totalidad, y si así lo hacemos comprobaremos que en pocas semanas no solo regresó a sus promedios sino que alcanzó una de las cotas máximas en aprobación, rozando el 70 %. Por otra parte, ¿tiene realmente AMLO un problema con las mujeres?
Entiéndase como estrato social, evidentemente. La respuesta es que, en términos políticos, no. Y ello a pesar de que su manejo comunicativo de una cuestión tan sensible tiene la misma delicadeza que un elefante en una cristalería, lo cual no representa desde luego una excepción en su proceder. Sin embargo, las Cartas de Navegación nos dicen que las mujeres nunca fueron fortaleza, pero prácticamente nunca fueron debilidad en aprobación a AMLO. Ni siquiera en la breve crisis de marzo del año pasado. Más bien se ha tratado de un sector que ha permanecido indiferente, y que tampoco aparece entre los que propician la alerta negativa que recibe el Presidente. Dicho de otro modo, sabemos que las mujeres no se han mostrado activas en rechazo, lo que obliga a la prudencia a la hora de relacionar al movimiento feminista, que es ruidoso pero no mayoritario, con este deterioro.
Abundando en la información de las Cartas de Navegación, que además pertenecen a la medición inmediatamente anterior, observamos más datos que apuntan en ese sentido: entre los estratos que han favorecido la alerta no aparece ninguna de las fortalezas sólidas de AMLO, lo que quiere decir que se ha producido un repunte en el rechazo, pero no una reacción negativa de relieve entre su “guardia pretoriana”. Este núcleo duro lo integran quienes viven en el sureste, los mayores de 68, los que no tienen estudios, los que los tienen hasta primaria o secundaria, y quienes trabajan en el hogar. En cuanto a este último grupo, y sin entrar en otro tipo de consideraciones, es claro que la realidad social mexicana (y la de muchos otros países) hace que esté integrado mayoritariamente por mujeres. Un apunte más en cuanto a lo mencionado sobre el enfrentamiento de las féminas con AMLO.
Los grupos que han propiciado el deterioro han sido principalmente quienes trabajan fuera, quienes tienen hasta Prepa o Secundaria, y quienes ingresan entre 2400 y 5000 pesos mensuales. Y este sí que es la excepción, puesto que en nutridas ocasiones han sido fortaleza de AMLO, si bien de modo intermitente. Observamos al mismo tiempo que el indicador de personas que reciben apoyos del gobierno se ha mostrado inestable en las últimas tres semanas, lo que hace plausible que haya una relación coyuntural con ello, más que un problema que se vaya a hacer estructural. Es decir, hay un leve descontento entre parte de sus respaldos más nuevos, y entre sectores que han sido mayoritariamente indiferentes, pero por ahora su base social principal no se inmuta.
Es más, lo sigue sosteniendo, como se aprecia en los antihipocentros. Para mí es prueba de ello que no se resiente la identificación con Morena, integrada lógicamente por ese núcleo duro, y sí la intención de voto, donde se agrupan seguidores menos fieles, si bien de un modo menos abrupto. AMLO tampoco desciende en el indicador de mejores políticos, aunque su marcha triunfal ha remitido desde hace unas semanas. La advertencia negativa entre quienes piden su renuncia también es impulsada por quienes trabajan fuera, además de los de ingresos entre 20 y 50 mil pesos. Estos últimos desde luego poco tienen que ver con los seguidores habituales de Andrés Manuel. Se observan tímidos signos de vida en la oposición, que desciende en rechazo y mejora ligeramente en intención de voto, pero sin que por ahora parezca que pueda hacer sombra a la coalición que encabeza Morena.
En conclusión, mi apuesta es que los motivos de este súbito deterioro de AMLO son de carácter mixto y para el gran público no ha habido influencia notoria de los acontecimientos políticos recientes. Me atrevo a decir, y ojalá me equivoque, porque eso querría decir que las tarugadas de AMLO siguen sin pasarle factura, que en breve se recuperará de este golpe. No creo que esta sea la gota que muchos esperan que colme el vaso. Lamentablemente pienso que esa gota será una catástrofe mucho más notoria, y que cuando llegue ese momento el resentimiento de sus ahora enamorados será general.
Ya que me temo que AMLO no hará caso a las palabras de Confucio que anteceden este texto, prefiero atenerme a ellas yo y ser cauto. Los insultos recibidos en el vuelo comercial de ayer no provienen de su contumaz base, y la guinda del pastel, que para eso Morena es el “partido guinda”, será probablemente más funesta, y será colocada cuando probablemente sea demasiado tarde para reparar el daño. La obstinación de AMLO y de sus seguidores no me hace presagiar otra cosa. Ya ven, hoy no me he levantado optimista. Pero no quiero negarles a ustedes la oportunidad de serlo. Faltaría más.