El fallo de la noche triste.
La noche de anoche fue triste para el Presidente AMLO. El Tribunal Electoral, que ya casi todos dábamos por entregado a los caprichos presidenciales, le dio a AMLO una soberana desconocida. Le tumbó a sus candidatos para Michoacán y Guerrero, y por unanimidad le cerró la puerta a sus triquiñuelas legislativas que inflaron su fortaleza en el congreso.
La noche del 27 de abril, fue la noche triste de AMLO. Se dio cuenta de que su poder es limitado; que todavía queda algo del andamiaje institucional, que puede limitar sus excesos.
Su reacción fue anticipada por muchos. Dijo muchas barbaridades, de entre las cuales destaco la más preocupante. Calificó las decisiones del tribunal como una provocación. ¿En serio una provocación? ¿Una provocación a qué? ¿A soltar a su Tigre? ¿A desconocer los fallos adversos e
Imponer su voluntad por la fuerza? O sea, ¿a un autogolpe de estado?
¡Cuidado! Desde siempre este gobierno ha pretendido un cambio de régimen, y ha jugado con la peregrina idea de que su simple triunfo electoral del 18 fue una insurgencia electoral, de acuerdo al otrora respetable Lorenzo Meyer.
Ojalá que ese chicloso concepto de Pueblo que tienen, no los induzca a locuras que podrían desembocar en una tragedia nacional. Que entiendan que en una democracia o te aclimatas o te “aclichingas”, y que en esta ocasión, de acuerdo a Paco Ignacio Taibo II, no les tocó doblada, sino triplicada.
¡Serenos Morenos!
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