Quizá el mayor reto que AMLO se ha puesto a sí mismo, y vaya que se ha propuesto grandes retos, como alcanzar la Presidencia, es tratar de convencer a los mexicanos de que es deseable ser pobre. Tener un solo par de zapatos, un carrito modesto y viejo, etc.
Tal pretensión va radicalmente en contra del ideal de progreso, basado en el esfuerzo individual. Nos esforzamos en el estudio y en el trabajo, buscando legítimamente una mejor condición de vida para nosotros mismos y para nuestros seres queridos.
Se ve difícil que los mexicanos le vayamos a comprar la idea de bajar al mínimo nuestras pretensiones de bienestar, y la verdad creo que ni entre sus más fieles seguidores, tendrá una buena acogida esta idea. Veremos qué pasa señor presidente, pero por lo pronto no cuente conmigo. Más aún, su propuesta me motiva para redoblar esfuerzos para trabajar más, en el propósito de ofrecer a mis hijos el mayor apoyo posible.
Así es compañeros, como diría el filósofo José Alfredo Jiménez, “yo no nací pa’ pobre; me gusta todo lo bueno”.