No, no es el fantasma del comunismo, como decía Don Carlangas en su Manifiesto. Es el fantasma de la anulación de la elección presidencial. Veamos:
- El INE ya le ha sacado 25 tarjetas amarillas a AMLO. ¡En el fútbol a la segunda es roja!
- Es claro que, si AMLO cuenta con la complacencia del actual INE, para agarrarle las nalgas cuantas veces quiera, no quiere decir que no se pueda impugnar un proceso que está más violado que diplomático mexicano en Ecuador.
- Para mis suspicacias, la lucha por el poder en México ya no está en las urnas, sino en el entramado farragoso del poder judicial.
- Un primer round de lo anterior, es el caso del honorable (según AMLO) Arturo Zaldívar, que carga hoy con la acusación de conciliar, con un altísimo grado de dificultad, la función de ser el máximo garante de la justicia en México, con ser al propio tiempo ser un delincuente, corrupto e hijo de su chingada madre.
- Si se chingan a Zaldívar y el Tigre Nalgón de AMLO en lugar de rugir y amedrentar solo libera sonoras flatulencias, será un claro indicio de que podrán proceder a anular la elección.
- Recuerdo que en el proceso de 2006, cuando corría la idea de que AMLO era un peligro para México y se veía casi garantizado su triunfo, hubo una declaración oficial de los gringos, que pareció tranquilizadora: Estados Unidos no ve problema porque triunfe AMLO, siempre que se respete el estado de derecho.
- Por supuesto que yo valoro el estado de derecho y también la democracia, pero no nos hagamos pendejos; son también condiciones muy propicias para la intervención velada, aunque a veces evidente, de intereses extranjeros, en especial de los gringos. Por algo los chinos, cuando los gringos trataron de venderles esa magnífica idea, desde su cultura milenaria, los mandaron a la chingada.
- Estamos viviendo la historia. El futuro de nuestro país se está decidiendo y, al menos a mi, las dos grandes opciones me parecen deleznables (de la chingada). Que siga AMLO con sus mamadas, aplicándonos a los mexicanos la Ley del Tute (tú te chingas) o que vengan los gringos a “rescatarnos”, sabrá Dios a qué precio.
En resumen: el destino del país no está en las urnas a las que acudiremos los mortales, sino en el Olimpo de los Dioses. ¡Ya veremos con qué mamada nos salen!