Sigue el desgaste para PRI y PAN – El Bronco se sostiene como única alternativa
El desencanto se generaliza
Decíamos hace pocos días que el desgaste de los dos grandes partidos se estaba evidenciando, y la última medición de SABA Consultores así lo confirma. Tanto PRI como PAN registran advertencia negativa en cuanto a identificación partidista, aunque en intención de voto se mantienen a duras penas en los porcentajes que vienen obteniendo en los últimos meses. El desencanto general con el comportamiento corrupto de ambos partidos y la lamentable labor que llevan a cabo en las instituciones (desde las alcaldías hasta el Congreso) beneficia, como hemos comentado en otras ocasiones, a cualquier alternativa que sepa aprovechar la coyuntura. En el caso de Nuevo León, esa alternativa se personificó en Jaime Rodríguez. Además, se observa un sentimiento de rechazo a la política en general, como prueba el espectacular 79,1 % que manifiestan no identificarse con opción política alguna, ni siquiera con una alternativa independiente, porcentaje que es el máximo en ese sentido de cuantas mediciones ha hecho SABA en Nuevo León desde el pasado año.
Por tanto, el Bronco lo que hizo fue ver antes que nadie las ansias de cambio y por eso se pasó del tricolor al morado. Después, en realidad, no ha cambiado mucho el panorama desde las elecciones, que si se volvieran a repetir arrojarían en la práctica casi los mismos resultados, si sumamos los que votarían a Elizondo y al Bronco como sucedió el pasado año. Jaime Rodríguez tiene una oportunidad de oro de cambiar las cosas, pero de momento la está desaprovechando porque su gestión no está ofreciendo resultados concretos y está siendo verdaderamente desastrosa en una cuestión capital como es la seguridad. Ni qué decir tiene que ésta sigue siendo en altísimo porcentaje la principal preocupación de los encuestados, que además, en un 23 %, le dirían que mejorara en ese aspecto si pudieran platicar con él. Sin embargo, cuando se les pregunta por logros, aparte de asuntos menores nada menos que un 42,7 % no le reconoce absolutamente ninguno. Esto da que pensar, y nos hace temer que es probable que el Bronco se sostenga más por lo que se espera (o se esperó) de él que por lo que realmente pueda ofrecer.
Y en cuanto a la seguridad pública, que es el asunto más importante a resolver, seguimos sin observar medidas efectivas fuera de los “juegos de tronos” que se producen en el área de justicia. En el “Top of mind”, entre los habituales temas relacionados con la delincuencia, se ha colado en esta medición (aparte de los baches, como siempre que hay lluvias) el enésimo conflicto en el penal de Topo Chico. En esta ocasión, y suponemos que también en las anteriores, parece que el origen es una disputa por la venta de drogas. Hasta ahí sería comprensible, aunque no aceptable: la pésima realidad nos aboca a comulgar con ruedas de molino. Sin embargo, se dice que el conflicto se dio entre Zetas y otro grupo en el que figurarían altos cargos de Seguridad Pública, muy cercanos al responsable del área, general Antúnez. La sola mención en los medios de una cuestión de ese calibre ya debía ser motivo suficiente para que la Procuraduría de Justicia abriera una investigación de inmediato. Sin embargo, en Justicia andan a vueltas con las luchas por los sillones, en especial el que parece que quedará vacante cuando llegue Navidad: dicen que el Bronco recibe presiones de un importante grupo mediático, que además de querer colocar a su hombre en Justicia, quiere exonerar al otro gran responsable de la seguridad en el estado, el general Antúnez, para así cargar las tintas sobre Flores.
Tenemos, pues, varios topos en esta historia. El Topo Chico, pequeño de nombre pero grande en problemas, sin que el gobierno de Jaime termine de dar solución al nuevo emplazamiento del penal. Los topos que parece que tiene entre sus colaboradores Cuauhtémoc Antúnez, asunto no menos grave. Un gran topo, el que quieren colocarle a don Jaime en Justicia ciertos medios. Y otro topo más, el que espera agazapado su momento: porque parece que el Bronco sólo quiere que pase el tiempo, sabiendo que le acerca no a aquello para lo que le votaron sino al momento en que, basándose en la dinámica que ya le llevó al éxito (el cada vez mayor descrédito de sus contrincantes), emprenda otra aventura y pueda dejar estos enojosos problemas para que los resuelva otro. Pero quizá pase a la historia no como el primer independiente que llegó a la presidencia sino como aquél gobernador que desaprovechó una oportunidad de oro, que tal vez no se repita.