Isidro López divide aún más al PAN – Suben preferencias por alternativas independientes
Javier Guerrero podría ser el candidato que diera cauce a esa inquietud

Javier Guerrero ya avisó la semana pasada de su intención de ser candidato independiente, pero el anuncio oficial no llegó hasta después de la última medición realizada por SABA Consultores en Coahuila, que fue el pasado día 12. Aun así, ya se observan efectos en la misma con la nueva situación, como veremos después.

Antes, señalar que la inseguridad sigue siendo el principal problema, aunque presenta advertencia positiva. En el “Top of mind” aparecen los habituales hechos luctuosos relacionados con la violencia, además de Trump, que es un hecho luctuoso por sí mismo, y otro asunto que también podría considerarse como tal: el anuncio de Humberto Moreira de su intención de ser diputado local. Si el exgobernador consigue el aforamiento que anda buscando, no será un hecho violento, será casi “gore”. Ni que decir tiene que sigue ostentando la consideración de peor político con bastante diferencia sobre su hermano, que es su inmediato perseguidor y que por cierto recibe advertencia negativa en cuanto a la desaprobación de su gestión. Sobre malquerencias, parece que todo queda en familia.

En el PAN cunde la división con la aparición en escena del sorpresivo y exitoso Isidro López. Guillermo Anaya, que se las prometía muy felices, se encuentra de repente en un fuego cruzado entre López Villarreal y Salazar, y aunque aguanta el tipo en las preferencias entre los panistas, presenta alerta negativa en el indicador de mejor opción para la gubernatura.

En el PRI, ya hemos visto que los Moreira siguen concitando la mayoría de los rechazos, y la identificación entre ellos y este partido en Coahuila hace que esta opción política sea aquella que nunca votarían el 37,8 % de los preguntados. En la encuesta también aparece el PRI en cabeza de este rubro, aunque justo es reconocer que conservan una base sólida, como hemos comentado en otras ocasiones, sobre todo en identificación partidista. Sin embargo, el priísmo coahuilense no la hace limpia: aseguran que la elección del candidato será abierta y entre las bases, pero el gallo principal de Rubén Moreira, Riquelme, saca pecho y ya obtuvo la licencia para optar a la gubernatura. Muy a pesar de Jericó, que anda entre la nostalgia del paraíso perdido de su alcaldía y la peregrinación por pasillos y despachos en busca de una opción que él sabe muy bien que no va a tener. Así lo dirán las bases, palabra de Moreira.

Por eso Javier Guerrero lo ha dicho muy claro: hace meses, si no años, que el candidato está definido por Rubén Moreira. Un 40,2 % de los encuestados demandan un candidato independiente, y precisamente esta semana las alternativas de este signo mejoran en identificación partidista y como opción electoral, y Javier Guerrero asciende hasta un 30,3 % en conocencia. La opinión pública ha recibido el mensaje de Guerrero, que puede dar respuesta a esa demanda, y lo hace, en mi opinión, bajo una premisa más que correcta. No consiste en renegar de sus treinta y cuatro años de servicio en el PRI, eso además de no ser creíble rayaría en lo inmoral. Consiste en señalar sin complejos lo que pasa en el priísmo a día de hoy y constatar que si los valores que en su día lo definieron ya no se pueden defender dentro, habrá que hacerlo fuera. Pero cuidado: ya hubo sonoros fracasos políticos que basaron su estrategia en pretender que la alternancia supone mejora por sí misma, que el mero hecho de un cambio sería la panacea. Huelga señalar los casos pasados y presentes. Es pues, tiempo de alternativas. Si Guerrero quiere personificarlas tendrá que mostrar un proyecto coherente y eficaz, y después veremos si fue el PRI quien perdió un candidato o Coahuila quien ganó un gobernador. O ninguna de las dos cosas.