Por décadas, por mi oficio, he tenido una “bola de cristal”, que me permite asomarme a los resultados probables de las elecciones presidenciales.

 

En esta ocasión mi bola de cristal está empañada, porque la Opinión Pública está distorsionada como consecuencia del gobierno 3P (Moisés Naim) que ha consolidado AMLO. Populismo, polarización y posverdad, entre sus múltiples víctimas, tienen también a las encuestas, que ya de por sí estaban jodidas.

 

A veces me preguntan en cuál encuesta podemos confiar, y mi respuesta es: EN NINGUNA. No defiendo ni siquiera la mía, que aunque indica una clara ventaja para Claudia, también detecta que quienes la soportan son quienes conforman el “bono de la miseria”, constituido por sectores sociales muy proclives a la abstención; que hace suponer que la referida ventaja se desinflará en las urnas.

 

Los aficionados, y los corruptos que venden resultados a modo para ser usados como propaganda, que adquieren notoriedad en la consideración que de ellas hacen una intelectualidad y clase política ignorantes, en este contexto social distorsionado, adquieren la mayor relevancia. Los que le atinen al resultado del 2 de junio, pasarán a ser los nuevos referentes “científicos” de la demoscopía, en un claro avance de la Rebelión Triunfante de los Pendejos (RTP).

 

Si nos olvidamos del, hoy por hoy, onanístico tema de las encuestas, y tratamos de anticipar el resultado electoral con base en los datos a la vista (facts, pensando en Bertrand Russell), yo pensaría que el resultado lógico sería un triunfo de Xóchitl, por lo siguiente:

 

  1. Estamos ante una elección plebiscitaria. No se trata ni de Claudia ni de Xóchitl, y menos de Jorge. ¡Se trata de AMLO!
  2. A AMLO se le están cerrando todas las pinzas: Las consecuencias de sus monumentales errores y limitaciones, emergen en prácticamente todas las áreas de gobierno, en especial seguridad pública, salud pública (pandemia), corrupción, energía y estilo de gobierno.
  3. Las presiones sobre AMLO le llegan de todas partes: la oposición, los gringos y hasta de militantes de su propio partido que se sienten traicionados.

 

Pero por supuesto que tampoco podemos descartar el resultado ilógico, que sería un triunfo avasallador o moderado de Claudia y Morena, como consecuencia de la relación sadomasoquista que, todo indica, mantiene AMLO con nuestra querida Muchacha.

 

Cuando veo la elevada popularidad de AMLO en las encuestas, inevitablemente pienso en una dama, tumefacta, siendo vapuleada por su pareja, al tiempo que le pregunta: ¿me quieres?, ¡y ella le dice que sí!

¡Así de jodida está la cosa compañeros! Reiteró, ante la elección presidencial: ¡sepa la chingada quién ganará!

 

Por supuesto que todo lo anterior tiene que ver con el resultado de la elección. En el contexto más amplio de la lucha por el poder, otras incógnitas se abren ante las reiteradas violaciones de AMLO al proceso electoral, que inevitablemente judicializará el proceso; la cuestión es sobre si habrá de consumarse o no, el Mega Fraude del Bienestar.

 

Salvador Borrego, Ph.D.
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