Cuenta la leyenda que, un banquero, se quiso divertir a costa de un atribulado empresario que requería con urgencia un crédito para escapar de la quiebra. Uno de mis ojos es de vidrio le dijo; una obra de arte oftalmológica. Pocas personas identifican cuál es el bueno; si tú adivinas cuál es, te concederé el crédito. Sin dudar, el empresario señaló de manera correcta el izquierdo. ¿Cómo lo supiste? Preguntó el banquero. Porque en el derecho, en tu ojo sin vida, advertí un leve brillo de misericordia.
Tal es, o quizá debería decir era, la imagen de los banqueros, que ahora nos sorprenden gratamente al mostrarse solidarios y compasivos con los atribulados deudores de créditos, ofreciéndoles un margen de cuatro meses para sobrevivir la pandemia.
En contrapartida, en su mar de confusiones conceptuales, AMLO decide no atender las razonables demandas empresariales, que les permitan conservar los centros de trabajo y los empleos.
Una vez más se le adelantan al presidente. La sociedad civil en previsiones contra la pandemia, y ahora los banqueros, ante la crisis económica, lo rebasan por la izquierda.