Que si me puedo guardar mis opiniones, que si es mucho pedir.

 

Entre mis contactos en las redes sociales, hay quienes reaccionan ante todo lo que no sea halago a AMLO. Son divertidos sus argumentos, muchos siguiendo el esquema mental del propio AMLO. Son, a final de cuentas, beneficiarios de la información que gratuitamente les proporciono sobre temas cruciales como homicidios, pandemia y popularidad de AMLO.

 

Cuando desacredito a los encuestadores que dicen que AMLO está en la lona, no dicen nada. Las veces que he salido a defender a López-Gatell, guardan silencio. Pero si hago una crítica se manifiestan desacreditándome. Ahora me piden, si no es demasiado pedir, aclaran, que no opine. Les comparto mi respuesta:

 

¡Sí es demasiado pedir! Me pides que renuncie a mi libertad de expresión. No lo voy a hacer.
Y conste que lo hago solo en temas que tienen que ver con mi especialidad. Es mi obligación profesional denunciar que AMLO y sus incondicionales cometen locuras.

 

Al tiempo se verá claro, y veremos con qué excusa nos salen ustedes que todo le disculpan. De una vez les recomiendo una. Podrán decir: ¡fue por amor! Pensándolo bien, sí creo que algunos lo hacen por amor, pero creo que otros lo hacen por odio a quienes gobernaron durante el periodo neoliberal previo a AMLO (hoy vivimos el periodo neoliberal de AMLO), y creo que los más lo hacen por envidia a quienes, en su entorno social inmediato, consideran que fueron más exitosos que ellos.

 

Es lo que vivimos, una polarización que enfría amistades y atenta contra la armonía familiar. Es parte de la trágica herencia que nos dejará AMLO.

 

Me reconforta algo que quizá no veré: ¡un día AMLO dejará de ser presidente!