Desde un principio advertimos el pantanoso ambiente de la pandemia, dominado por la incertidumbre y una evolución geométrica, cuya comprensión es inasible para un pueblo sabio pero con lagunas culturales amplias. En ese pantano está atrapado Don Hugo López, quien quiso jugar a predecir picos y jorobas apoyado en sus científicos de cubículo, y ahora, entre más se mueve, más se hunde. ¡Ni modo!

 

Nosotros sabemos que la estadística “predice” el pasado, en particular el pasado reciente, y eso nos permite asomarnos, tímidamente, al futuro. Por eso, más que buscar predicciones de picos o pericos, lo que hemos hecho, todo este tiempo, es pastorear la pandemia a través de los decesos, para asomarnos a futuros posibles. Veamos qué tenemos:

 

Ayer se registraron, de manera acumulada, 15944 muertes. De acuerdo al modelo geométrico de duplicaciones cada seis días, debimos llegar a 16383 el 4 de junio, lo cual significa que llegamos a esa cifra (con un valor aproximado) con 7 días de retraso; más aún, de acuerdo a ese modelo, ayer debimos llegar a 32767. Lo anterior significa que hemos hecho progresos.

 

Para juzgar qué tan significativos son tales avances, nos asomamos al modelo que duplica los valores cada siete días, y encontramos que los 16383 decesos se esperarían hasta el 17 de junio, esto es, nos anticipamos seis días.

 

En conclusión, llevamos una evolución que media entre los modelos de duplicaciones cada seis y cada siete días. Un avance, por decirlo así, de medio día. ¿Son buenas noticias? Por supuesto que sí, pero por desgracia no lo suficientemente buenas. Para alejarnos del fantasma de superar las cien mil muertes (duplicaciones cada diez días), deberíamos tener un descenso de muertes más acelerado.

 

Mantengo mi sospecha: sin confesarlo, el gobierno federal le está apostando a la inmunidad de rebaño o inmunidad colectiva, que es una alternativa de solución costosa en vidas, pero barata en términos económicos.
Como diría AMLO: no le tengan miedo a salir de sus casas. Y yo agregaría: ¡ni a la BOA!