Odio decir “se los dije”, pero se los dije.
Hace tiempo publiqué un pequeño libro titulado “Se los dije”, donde daba cuenta de publicaciones advirtiendo riesgos que fatalmente se convirtieron en realidades. Muy asociado a mi recurrente afirmación de que el mundo de la política está lleno de fantasías, algunas muy ilustradas y documentadas, y otras muy pendejas.
Pues bien, lo que ocurre ahora con Morena como consecuencia de un modo absurdo de usar las encuestas para definir candidatos, lo advertí varias veces; no solo eso, les di el remedio y el trapito. Les elaboré una guía para seleccionar candidatos vía encuestas, transparente, convincente, que permitiera seleccionar los candidatos más competitivos preservando la unidad del partido, dado que los partidos poderosos pierden cuando se dividen, si no lo creen, pregúntenle al PRI.
Pues bien, Morena ahora está dividido. Quizá el caso más emblemático de su división sea Cristobal Arias, uno de los personajes más serios y prestigiados, que ahora coquetea con el PRI para lograr su propósito de ser candidato a gobernador para Michoacán.
En respuesta, Mario Delgado, de quien se dice que ya ha derramado lágrimas por las consecuencias de sus propias (quizá por complacer a AMLO) tarugadas, les recuerda a los inconformes que se van o judicializan el tema, que “en Morena no se lucha por cargos”, ante lo cual, la única contraargumentación razonable que encuentro es: “Mario, no mames”.
Pues así las cosas, Morena se divide, al tiempo que la oposición se unifica, y se abre un futuro posible que no pocos mexicanos ven con esperanza: La alianza de la oposición con el sector sensato, o fresa, de Morena, que con mayor probabilidad será la 4T post-AMLO, salvo que ocurra el milagro de que AMLO recupere la sensatez, si es que alguna vez la tuvo.
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