¿El Capitalismo Social, o mejor de una vez revivir a Deming?

 

Mucho de la lucha por el poder tiene que ver con la ideología, y mucho de la ideología tiene que ver con la cultura, en especial con la cultura empresarial.

 

Cuando se agotó el esquema Tayloriano, que en su autoritarismo quedaba imposibilitado para aprovechar el conocimiento ordinario de los obreros, surgió a finales de los setenta (en occidente) un personaje (W. Edwards Deming) con una filosofía empresarial con más de treinta años de madurez, que sugería platicar con los obreros, aprender de ellos y con ellos, y por supuesto tratarlos bien. Compartir con ellos la suerte de la empresa.

 

También sugería tratar bien a los proveedores. Recomendaba tener proveedores únicos, para reducir variaciones que mejoraban tanto calidad como productividad, enfatizando los beneficios en el largo plazo y no solo en el corto plazo, lo cual consideraba una enfermedad mortal para las empresas.

 

En breve síntesis, Deming buscaba la mejora a través del conocimiento científico y ordinario en un esquema humanitario. Sus logros, reconocidos en Japón desde 1950, cuando instauraron la Medalla Deming como premio a la Calidad, demostraban que el humanitarismo o la bondad eran una forma de rentabilidad razonable, sensata y noble.

 

Aquello parecía un sueño: los empresarios preocupados por los trabajadores, los trabajadores preocupados por la  empresa; la lucha de clases convertida en colaboración de clases; y las grandes empresas preocupadas por sus proveedores, en relaciones que sintetizaban con la frase “ganar-ganar”.

 

Pero el sueño se esfumó en los 90’s. Deming fue crucificado, y en su cruz, en lugar de INRI, le pusieron ISO 9000. El resultado de aquel dislate histórico fue el Capitalismo Salvaje, que vive un momento cumbre ahora con la pandemia. Si quieren datos precisos de esto, sigan en Twitter a Robert Reich.

 

Pues bien, hoy se escuchan voces empresariales (José Antonio Fernández, Federico Garza Santos) que llaman a honrar el legado de filosofía empresarial de Don Eugenio Garza Sada, al cual llaman Capitalismo Social, y definen como: libre emprendimiento, respeto a la dignidad humana, asumir el compromiso social de la empresa y actuar con liderazgo humanista.

 

Es claro que el Capitalismo Social, así definido, es enteramente compatible con las ideas de Deming. Es claro también que la expansión de la miseria que nos ha traído el capitalismo salvaje, debe frenarse cuanto antes, y como iniciativa del propio sector empresarial, antes de que los fenómenos políticos reivindicativos, a pesar de sus buenas intenciones, generen más calamidades a la humanidad.

 

Empresarios. ¡Den el primer paso! Revivan a Deming, pero búsquenlo ahora más por la parte filosófica que operativa, pues los procesos automatizados ya han dado buena cuenta de muchos problemas de calidad.

 

Es hora de buscar la concordia entre trabajadores y empleadores, entre clientes y proveedores, buscando relaciones de largo plazo con base en la confianza, lealtad y buena fe.

 

La concordia entre los Factores de Producción, es el gran antídoto contra el discurso de odio y polarización que nos está llevando al baile. Acudieron a Deming en 1980, cuando vieron con horror la calidad japonesa. Temieron ser arrasados en los mercados. Pueden volver a su legado, cuarenta años después, si entienden que el diablo que ahora se asoma, es mucho más cabrón.

 

saba@sabaconsultores.com