Las encuestas se encarecieron.

 

La inseguridad encareció las encuestas. Si son telefónicas, ante el temor de extorsiones o secuestros, la no respuesta se ha incrementado enormemente. Antes, para sacar una encuesta efectiva debíamos marcar cinco o seis números; ahora pueden ser entre 16 y 30.

 

Hay quienes erróneamente piensan que la elevada no respuesta le resta validez a una encuesta. Por fortuna no es así, básicamente por dos razones: que los temores por inseguridad no guardan relación con la orientación política o ideológica; el temor es generalizado, y porque son múltiples las razones por las cuales alguien no responde una encuesta, dándole esa multiplicidad de factores un cariz casi aleatorio a la no respuesta.

 

Corrobora la afirmación anterior el hecho de que nuestras encuestas telefónicas han seguido mostrando consistencia plena con los resultados electorales.

 

Las encuestas domiciliarias se han encarecido aún más, pues hay en el país aproximadamente un 20% de zonas inseguras, que requieren previsiones de seguridad, y eso nos deja ante opciones poco deseables: que los costos de seguridad dupliquen o tripliquen el costo, que arriesguemos la vida de nuestros encuestadores o que no cubramos esas zonas, generando sesgos importantes en las estimaciones.

 

Hay otras opciones aún más costosas, representadas por las encuestas que se hacen en redes sociales o a teléfonos celulares; las primeras porque se pierde la aleatoriedad y las segundas porque el entrevistado no tiene garantía de confidencialidad, distorsionando sus respuestas según sus temores. En realidad estas encuestas son costosas no por lo que el cliente paga por ellas, sino por las terribles consecuencias que se derivan al tomar decisiones con  base en premisas falsas.

 

Así las cosas compañeros. Como ilustración de lo que puede pasar con las encuestas en los procesos electorales próximos, les comento que, en Coahuila, en la elección pasada, todas las encuestas pronosticaban que el PRI perdería de calle, y arrasó la elección.

 

Nos esperan muchas sorpresas, algunas venturosas y otras descorazonadoras.

 

saba@sabaconsultores.com