De que a AMLO ya se lo llevó la chingada no queda ninguna duda.

Así como las estrellas mueren, y por las enormes distancias siderales su luz nos sigue llegando, generando la ilusión de que siguen vivas, las locuras de AMLO seguirán ensombreciendo la vida nacional, porque es una estrella que no emite luz sino oscuridad.

Está atrapado, y no tiene forma de salir, porque la única forma que tiene es acogerse a la racionalidad, a la buena fe, al decoro, a la decencia, a la honestidad intelectual, a la ciencia; esto es, a todo lo que no es y nunca ha sido.

El caso que con mayor nitidez muestra lo anterior es el de Yasmín Esquivel, que finalmente deberá quedar fuera de la Suprema Corte de Justicia, pero no como una forma de reivindicar valores éticos o morales de AMLO, sino como una derrota vergonzosa, pública y evidente.

Entre más se tarden en desembarazarse de la dama, más elevados serán los costos políticos para AMLO. Está atrapado también en el tema de Claudia; ya podemos decir que “era Claudia”, y es un caso interesante. Ella está pagando muy caro su abyección; incapaz de contravenir en lo más mínimo a su líder de secta, absorbe hoy la responsabilidad del desmadre en el Metro, cuyo único responsable es el propio AMLO, por ser él quien depreda los presupuestos para mantenimiento y, por si fuera poco, a través de subejercicios inducidos se chinga otra buena cantidad para, en el mejor de los casos, utilizar esos recursos para su estrategia política consistente en hacer pendejos a los pobres, dándoles de manera directa, para que agradezcan, un dinero que ya les llegaba de manera indirecta con los gobiernos anteriores, para que pudieran solventar necesidades apremiantes en condiciones de desgracias individuales (enfermedades) o colectivas (desastres naturales, estancias infantiles, etc.).

El caso es que el responsable de las desgracias del Metro es AMLO, pero a la pobre de Claudia la traen como piñata y ni siquiera se puede quejar.

En el tema de la Seguridad Pública es lo mismo; todo el desmadre ha sido generado por la idiotez de los abrazos, que más parecen nalgazos (perreo), en lugar de los balazos que deben tirarse sin miramientos y legítimamente, contra aquellos que atentan contra la paz, la tranquilidad y la hacienda de los ciudadanos. Hacer cumplir las leyes, sobre la chingada, ejerciendo la fuerza legítima que para ello tiene el estado, es el juramento que hacen al asumir el cargo, y AMLO se ha hecho pendejo, para favorecer a los delincuentes.



Ahora está teniendo que reaccionar, pero a contrapelo de su voluntad y ya no está quedando bien ni con Dios ni con el Diablo.


De que a AMLO ya se lo llevó la chingada no queda ninguna duda. Lo único que nos falta por ver es la forma en que eso se dará. La forma más suavecita, la mejor incluso para él, es que pierda desde dentro, aceptando que un candidato de Morena, que debería ser Marcelo Ebrard, marque una clara distancia de sus locuras, pero que le garantice una vejez en libertad, aunque encarcelado en sus amarguras y resentimientos, mientras que el Diablo se acuerde de él y se lo lleva al infierno.


Entre más insista en garantizar la mamada de su 4T, más complicado tendrá su final terrenal, aunque su final será el mismo: el pinche infierno. Debo decir, sin embargo, que hay una posibilidad para que AMLO se salve del infierno, y esta es que no exista el chingado infierno, y por supuesto tampoco el anhelado cielo.


Para los chairos más bravos, que ya a estas alturas me habrán mentado la madre varías veces, quedará el consuelo de santificar a su AMLO, elevarlo a la categoría del Niño Fidencio (un poquito más arriba), y establecerle “cajitas” donde sobrevivirá por generaciones haciendo milagros, ayudando a los pobres, y tendrán ahí una piedra bendita donde podrán sentarse las muchachas para quedar señoritas.



Libertad, igualdad, fraternidad y racionalidad