De la Chachalaca a la Guacamaya.


AMLO ha sido muy afortunado, pero no parece ser feliz. Ha visto realizado el más caro anhelo de cualquier político nacional: ser presidente de México, pero no logra superar su dolorosa derrota del 2006; una derrota que parecía inimaginable antes del 16 de marzo de aquel año, cuando mis monitoreos indicaron una fuerte alerta negativa en su intención de voto, consecuencia de un error fundamental: no entender una regla básica de la mercadotecnia aplicable a la política: “el líder no arremete, reacciona”.


Se hizo figura central, aquel fatídico 16 de marzo, un ave cuyo nombre científico es Ortalis Vetula, cuando AMLO conminó al presidente Vicente Fox a no intervenir en la elección, usando la ahora famosa frase “cállate chachalaca”.


Lo que era una elección holgada favorable a AMLO, se cerró a parir de aquel absurdo error y terminó en un apretado triunfo de Felipe Calderón. La forma de evadir la responsabilidad de aquella derrota ha sido gritar fraude, tan fuerte y tan frecuentemente, como para convencer a sus seguidores y a sí mismo de que les robaron la elección, y no enfrentar la triste realidad de que perdieron por pendejos.


Ayer, 16 años después, otra ave de mal agüero se presenta en la triste vida de AMLO: La Guacamaya (Ara Macao), para dar nombre a un grupo de hackers que ha violado los candados de seguridad cibernética de la SEDENA, y ahora alegremente esparce información incomoda tanto de AMLO como de su gobierno. Es claramente una ilegalidad condenable, y podría pensarse que, ahora sí, AMLO ha sido víctima de una felonía, pero podría ser también consecuencia de otro error suyo, si nos atenemos a la tercera ley de Newton o Principio de Acción Reacción, que establece que: ““Para cada acción hay una reacción igual y en el sentido opuesto”.


Por supuesto que estamos en un plano hipotético, pero plausible, donde la acción, el error de AMLO, fue apapachar a Julian Assange, un perseguido del gobierno de EEUU, precisamente por la misma chingadera de ventilar documentos secretos. Los gringos siempre han sido muy cabrones y se han distinguido por no dejar pasar ofensas. La pregunta aquí es, como diría Juan Gabriel, no Chico Che, ¿pero qué necesidad? ¿Para qué tanto problema?


Por lo pronto no queda claro cuál será el efecto inmediato de estas filtraciones; cabe incluso la posibilidad de que la condición de salud de AMLO mueva a La Muchacha a la conmiseración, y que su popularidad rebase la línea de alerta positiva, pero esto es sólo el principio de muchos dolores de cabeza para AMLO. De aquí en adelante, lo traerán como piñata con la enorme cantidad de información que irán dosificando, que habrá de sumarse a otros embates como el libro “El Rey del cash” de Elena Chávez.


Aunado a lo anterior, de aquí al final de su triste camino, AMLO deberá enfrentar los golpes de realidad que representan las consecuencias de sus múltiples yerros. Todo un viacrucis, que amenaza con ser cada vez más insufrible, porque si nos atenemos a sus antecedentes, tratará de escapar del laberinto en que está atrapado, cometiendo más errores.


Ni modo compañeros, así de descorazonador se ve el futuro de AMLO, y si a nosotros no nos lleva la chingada sí nos arrastrará un buen pedazo. Ojalá su salud mejore, y ojalá, entre las opciones que tenga para decidir la suerte final de su presidencia, escoja la menos jodida.


Libertad, igualdad, fraternidad y racionalidad.