De la expectación a la estupefacción.

¡Vaya día el de ayer! La lógica política, o quizá debería decir, mi lógica política, indicaba como posibilidad grande que AMLO sufriera un descalabro en su aprobación; pero no fue así. Registró un valor de 62.5% de aprobación, superando la Alerta Negativa de la semana pasada.


Como reacción a los resultados, el Dr. Alfredo Cuellar, el primer mexicano en ser profesor en la Universidad de Harvard, y uno de los decepcionados de AMLO, me envió el siguiente mensaje:


“La muchacha ha perdido la razón. Los golpes de “efecto retrasado” son una posibilidad. La gente que lo apoya no lee mucho, ni ve noticias mucho. Y todas las teorías que explican el amachamiento están manifestándose. Por lo pronto yo estoy estupefacto.”


Al respecto yo agregaría que, efectivamente, es muy difícil que el apoyo a AMLO mengüe entre sus seguidores más fieles, porque son mexicanos que viven la ilusión de que nunca un presidente se había preocupado por ellos como ahora; una buena parte, por primera vez, tienen un ingreso garantizado, y no pocos, en su extrema pobreza, están teniendo más ingresos que nunca.


Por lo anterior, cuando platico con algunos de ellos, me dicen: “yo rezo todas las noches, para que no le pase nada malo al presidente”.


Por supuesto que otros seguidores de AMLO tampoco dejarán de apoyarlo, porque sus intereses económicos o desviaciones emocionales, fundamentalmente las que marcan el resentimiento y la envidia, los mantienen eufóricos, festinando las desgracias de sus envidiados compañeros clasemedieros aspiracionistas, que por millones son arrojados ahora a la hoguera de la pobreza.


Pero estos desquiciados son un grupo menor, el importante es el grupo de los pobres, y justo por ello, el terrible asesinato de los sacerdotes jesuitas, a pesar de la aprobación actual de AMLO, sigue teniendo un enorme potencial de desgaste, en virtud de que esos pobres son también un grupo donde influye mucho la Iglesia Católica, cuestionada y confrontada ahora por AMLO.



Mantengo la idea de que el asesinato de los jesuitas Javier Campos y Joaquín Mora, representan un eventual desgaste severo para AMLO. Decía, hablando en términos pugilísticos, que pudiera ser un golpe de efectos retardados, pero también podría iniciarse un jab, ese golpe recto, constante al rostro, que podría significar la relación entre los sacerdotes y su feligresía, que en buena parte son los seguidores más fieles de AMLO; una parte suficiente y bastante para complicarle sus planes sucesorios.

 

Grave en verdad la situación en México cuando, ante tan ineficiente oposición, las mayores esperanzas de salir de este atolladero son la iglesia y los gringos.

Veremos el próximo lunes qué nos dice La Muchacha, que mantiene mi perenne comprensión y cariño.

Libertad, igualdad, fraternidad y racionalidad.