AMLO: El novio tóxico de La Muchacha.



Las relaciones de pareja, como muchas otras, son relaciones de poder, que pueden armonizarse y complementarse para ser satisfactorias, gratificantes y a veces sublimes, como cuando rondan en ellas el amor, la comprensión y la tolerancia. Pero también se pueden convertir en un infierno, cuando al menos uno se quiere pasar de lanza. Hace años un amigo comentaba: “el año pasado me casé con una vieja brava y cabrona”, hoy a ese tipo de parejas se les conoce como tóxicas.

Diego Fonseca, en su muy interesante libro “Amado Líder”, refiere que: “Simonetta Falasca-Zamponi en Fascist Spectacle, que una vez le preguntaron a Benito Mussolini si un dictador podía ser amado. <Sí>, dijo. .”

Después de cuatro décadas de observar la Opinión Pública, puedo afirmar que sigue vigente la afirmación de Mussolini de que “la masa es femenina”, o como diría un compañero de pocas luces, es femenina de mujer. Por ello es que todos estos dixits, que se han traducido en una serie de libros que ya van en el volumen 3, llevan por título “La Muchacha, la lucha por el poder”.

Pues bien, compañeros, según lo que hemos observado y lo que un grupo de psicólogos mexicanos explican sobre los pinches tóxicos, a La Muchacha le está yendo como en feria porque AMLO le salió más tóxico que la chingada. Si no me creen, vayan a la siguiente liga de los referidos psicólogos, de donde rescato los subsecuentes párrafos que dejan clarita la toxicidad de AMLO:

Una relación se vuelve tóxica en el momento en que una de las partes «se aprovecha» de la otra, cuando aparentemente solo uno de los dos obtiene un beneficio.


Por ejemplo, la persona que actúa viendo únicamente su interés, que se propone manipular e intentar controlar, o que simplemente quiere sacar provecho. Lo que motiva a una persona a tener conductas tóxicas es la voluntad de tener control completo y de tener todo el poder en la relación. En una relación tóxica el poder no se comparte. (Tipos de relación tóxica: características, cómo identificarlas).

 

Así las cosas, compañeros, AMLO trae jodida a La Muchacha. Yo no la critico; está jodida porque así lo quiso, por su gusto. Se lo advertimos siempre; le dijimos muchas veces que no le convenía; que era puro pájaro nalgón, pero La Muchacha se entusiasmó: No lo hagas, le dije; …lo hizo. Entonces, ¿por qué seguir la evolución de este romance entre el tóxico y La Muchacha que ilusionadamente pensó que le iría mejor? Pues porque es fascinante observar cada chinga que le pone sin que ella reaccione. Es uno de mis dos placeres sádicos, el otro es la tauromaquia.

Hoy, por ejemplo, vamos a ver cómo reacciona ante dos putazos (no me refiero a dos personajes de Morena, no sean mal pensados), el primero es la empatía mostrada con los miembros de la Delincuencia Organizada, a quienes dice proteger, a pesar de las decenas de miles de familias enlutadas, adoloridas y desamparadas a quienes estos “seres humanos” les han desmadrado la vida. Y la otra chinga emocional es golpear al sector más reconocido y querido de La Muchacha, que son los médicos, insultándolos, trayendo activistas cubanos disfrazados de médicos.

Dicho de otro modo, compañeros, el pinche tóxico apapacha a quienes han agraviado a La Muchacha y madrea a quienes le han quitado sus dolencias y no pocas veces le han salvado la vida. Actúa a contra pelo de la voluntad de La Muchacha, y da la impresión de que cierra la faena diciéndole: “¿Qué?, pendeja”.

Mientras tanto yo, que amo profundamente a La Muchacha, acudiré esta tarde a mi cita clandestina semanal con ella, con la esperanza de que ya, por fin, empiece a mandarlo a chingar a su madre.

Libertad, igualdad, fraternidad y racionalidad.