Los tránsfugas del PRI.


Vaya tema espinoso éste de los priistas que se van. ¿Tienen razón al señalar que Alito es un cabrón? ¡Por supuesto que sí! ¡Pero Alito ha sido un cabrón toda la vida! ¿Por qué entonces no se fueron antes? ¿Por qué tenían que irse en el justo momento en que se alcanzó el acuerdo histórico entre partidos y Sociedad Civil? Cuando por primera vez se vislumbra, como un potente futuro posible, la derrota de Morena en el 24.


Los que se van no son inocentes en el tema político-electoral. Saben que el tiempo en política lo es casi todo. Pueden argüir que su decisión es por una cuestión de principios, pero Max Weber les diría que la pinche ética de la convicción es una pendejada entre políticos profesionales, que un político que merezca la pena de serlo debe orientarse de acuerdo a la ética de la responsabilidad, que privilegia las consecuencias de nuestras decisiones.


Por tanto, si atendemos a las consecuencias de la tan “oportuna” desbandada, a juzgar por los comentarios que ya se mueven, es que al pretender dejar a Alito como un apestado, se conmina a los miembros de la alianza opositora a que rompan con él, esto es, con el PRI. O sea, si el Plan A de AMLO era que no se pusieran de acuerdo los opositores, y fracasó, ahora el Plan B es sabotear la alianza opositora, y tendríamos que ser muy pendejos para suponer que los priistas tránsfugas de estos días son tontos útiles, como diría Lenin. Por supuesto que tienen plena conciencia de lo que hacen: ¡son traidores a la causa opositora!


Libertad, igualdad, fraternidad y racionalidad.