¡Adivina, adivina, adivinador!


Han quedado definidas las reglas para elegir al candidato de Morena a la presidencia. Queda en firme que será por encuesta, pero ha surgido el perturbo de que sus encuestas fallaron muy gacho en las predicciones de las elecciones de Coahuila y EDOMEX.


Los de Morena han llegado al extremo de descartar, como posibles encuestadoras para elegir a su candidato presidencial, a las empresas “que en el pasado reciente hayan presentado resultados distorsionados o manifiestamente discordantes respecto de los resultados electorales”.


Al respecto, mis siguientes apreciaciones:


  1. Si consideramos, si insistimos, en que la recomposición de fuerzas determina una merma considerable para Morena al ir a las urnas, es claro que la distorsión viene de origen. Esto es, lo que está distorsionada es la elección más que la encuesta.
  2. Por lo tanto, a mí me parece que fueron más acertadas las encuestas que fallaron que las que acertaron.
  3. Si alguien tiene problemas para digerir lo anterior, les recuerdo que las encuestas consideran a la población completa, mientras que en las elecciones se toma en cuenta solo a los que quisieron o pudieron ir a las urnas, ¡la mitad de los electores!
  4. Por las mismas razones, me resultan más sospechosas de cuchareo adivinatorio, las pocas encuestadoras que acertaron.


Queda el registro, para la historia, que en el año del 2023, la clase política dejó oficial constancia de su supina ignorancia, al juzgar la calidad de una encuesta con base en lo acertada de sus predicciones.


Libertad, igualdad, fraternidad y racionalidad.