Norma Piña.


No recuerdo, en mi larga vida como observador político, que se haya tratado de manera tan desconsiderada e injusta a una persona, como ahora se hace con la ministra presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación.


De manera cínica y absurda la acusan de liberar criminarles, como si ella tuviera dominio absoluto sobre los jueces, y pasando deliberadamente por alto, que en nuestro sistema judicial las leyes acotan mucho sus decisiones. Es cierto, muchos criminales han obtenido su libertad en este sexenio, pero esto no es atribuible a los jueces, sino a las leyes que AMLO impulsó para ello. Fue una de sus promesas de campaña, la amnistía a criminales, que por cierto nunca tuvo el respaldo mayoritario de los mexicanos.


El hostigamiento permanente frente a la sede de la SCJN y los insultos constantes, hoy llegaron a un extremo, con el grotesco desfile de ataúdes con las fotografías de los ministros. Que un gobernador constitucional haya encabezado este sinsentido, es una vergüenza nacional.


Lo peor de todo, lo más bochornoso, es que el responsable directo de este ramillete de bajezas, sea el mismísimo presidente de la República.


La ministra Norma Piña ha tenido, como única reacción directa, un reclamo más que justificado a un senador, que con la más absoluta ausencia de hombría, ha pretendido victimizarse.


No se en qué pararán las misas, pero de algo estoy convencido. Norma Piña pasará a la historia con letras de oro, por su solvencia, inteligencia y valor, con el que ha enfrentado el poder presidencial, cuando éste se ejerce sin pudor y sin escrúpulos.


Libertad, igualdad, fraternidad y racionalidad.