Cuando la democracia deja de ser democracia.


Con relación a la pregunta que empezaremos a hacer sobre si La Muchacha quiere elegir a jueces, ministros y magistrados del Poder Judicial, amigos chairos se regodean anticipando que ganará el SÍ.


Por supuesto que lo más probable, casi seguro, es que ganará el SÍ; lo que sorprendería es que quedaran parejos o que ganara el NO.


Ahora bien, ¿significa lo anterior que es más razonable y justo lo que propone AMLO? ¡Por supuesto que no! Pero aquí no se trata de dónde está la razón, sino de dónde están las querencias.


Quien explica muy bien esta idea es Luis Antonio Espino en su libro “El poder del discurso populista”; la magia de la polarización es que se pierde el sentido de las cosas, se pierde la cabeza (la Muchacha está enamorada), y todo se reduce a saber si una idea o persona está a favor o en contra de AMLO, en el caso de México.


En consecuencia, dado que AMLO quiere que se vote por los jueces, las mayorías (la Muchacha) dirán que SÍ.


Más aún, o peor aún, si avanza esta idea y se somete a la voluntad del Pueblo quiénes sean los jueces, por supuesto que serán electos los afines a AMLO. No tendría que hacer fechorías, con el solo hecho de dar a conocer sus preferencias, La Muchacha se inclinará por ellas, sin que nada más le importe.


Enseñanza: Una vez establecida exitosamente la polarización, esto es, la Muchacha ha perdido la razón por Amado Líder (para recordar a Diego Fonseca): LA DEMOCRACIA DEJA DE SER DEMOCRACIA.


Libertad, igualdad, fraternidad y racionalidad.