Insístele, Carlos, insístele.
Carlos Loret de Mola, quien por cierto es de los que La Muchacha considera como opciones para la presidencia entre los personajes de la Sociedad Civil, le ha solicitado a AMLO una entrevista vis a vis, esto es, frente a frente, viéndose a los ojitos. AMLO ha dicho, urbi et orbi (para Río Bravo, Tamaulipas y el mundo), que no, que no se junta con malandros. Loret debe insistir, aplicando el criterio de Pepe Le Pew, que establece que “no es tal vez; tal vez es sí y sí es sí”. Si lo hace en cada una de sus emisiones, la presión sobre AMLO será tal, que terminará accediendo a sus deseos (a la entrevista).
Viene a mi mente una historia que viene a cuento para esta ocasión: había un viejo brujo en un pueblito de la frontera tamaulipeca, que tenía fama de haber disfrutado de los encantos de cuanta dama le hubiera interesado. Un joven inquieto y atrevido fue a visitarlo; sin ambages le planteó su urgencia: que le cediera su secreto en las lides amorosas.
El viejo brujo lo mandó al carajo, pero el joven insistió, argumentando que él ya era viejo, que pronto perdería interés en el tema, y que resultaba muy egoísta que se llevara ese preciado secreto a la tumba. El viejo brujo se conmovió, y quiso aprovechar la oportunidad para vengar agravios que tenía con el alcalde; si sometes al presidente Municipal a la concupiscencia de la carne (como diría el amigo Catón), te diré el secreto. ¡Me va a matar! exclamó el pobre muchacho; pues ya sabes, y te dejo porque justamente debo atender a una personita femenina de mujer, le dijo el brujo.
El joven fue recibido por el alcalde; y no había apenas escuchado la solicitud ciudadana del joven, cuando ya estaba arrestado y en la cárcel municipal. Un juez hubo de liberarlo porque el alcalde nunca le pudo decir cuál había sido la falta, pero en el pueblo corrió el rumor de que al alcalde le habían hecho una atenta solicitud glútea.
El joven llegaba cada mañana a solicitar audiencia con el alcalde, y las miradas y risitas de la burocracia y ciudadanos que andaban por ahí, aderezaban el cotilleo sobre aquel ya famoso galanteo. La presión sobre el alcalde fue terrible; no había evento en el que no estuviera el joven y hasta en los más solemnes eran inevitables las sonrisas y risas socarronas del pueblo bueno.
La presión hizo su efecto, y con tal de ya terminar con tan embarazosa situación, el joven fue citado en un apartado lugar donde el señor alcalde se sacrificó en aras de la buena gestión y el decoro municipal. Cuando el brujo fue notificado de que el alcalde había sido pasado por las armas, se puso jubiloso; felicitó y le agradeció al joven y se despidió; pero cómo que se va, ¿y el secreto?
El secreto ya lo tienes. Ya lo aplicaste. Ya lo dominas. ¡Es insistir!
Así las cosas, compañero Loret de Mola; es cosa de que insistas. Terminará el presidente por acceder a tus deseos. ¡Por darte la entrevista!
Libertad, igualdad, fraternidad y racionalidad.