La elección del 24, será un juicio sumario a AMLO.


Una triste verdad es que, así como AMLO decidirá corcholata o quitapón, la dirigencia del PAN decidirá el candidato de la Alianza Opositora. Y escogerán a los que más les convengan. La democracia interna de los partidos siempre ha sido simulada.


Un ideal democrático es que entre los candidatos no se cuele un pinche loco (o loquita, aunque esté bonita) de modo que la elección sea casi una justa deportiva.


A final de cuentas, del modo que sea, tendremos ante nosotros la decisión de elegir presidente de México. No debemos preocuparnos mucho por quién será o cómo resulta decidido el candidato de las oposiciones.


El factor principal de decisión será la evaluación ciudadana a AMLO y la 4T, y ya se aprecian indicios de desgaste (hace un año apoyar a 50% de familias le reportaba 70% de aprobación; hoy 64.8% de familias apoyadas le producen apenas 61.9% de aprobación); esto es, AMLO va de reversa mami, de reversa; y podría, dependiendo de las circunstancias, generarse una condición de hartazgo.


Dicho de otro modo, las posibilidades de triunfo de la oposición tendrán más que ver en cómo se perciban los resultados de la 4T, que en las virtudes y capacidades del candidato opositor.


Si los partidos encuentran una buena forma de amarrar el apoyo de los activistas de la Sociedad Civil (sacrificando en favor de ellos algunas diputaciones plurinominales, por ejemplo), las posibilidades de descarrilar a la 4T, serán mayores.


Libertad, igualdad, fraternidad y racionalidad.