FRENAAA llega al Zócalo.

 

Aunque el activismo de Gilberto Lozano y su agrupación tiene ya algunos años, alcanza ahora su mayor notoriedad. Para los medios masivos de comunicación, que por lo común los desdeñaban, ahora es obligado cubrir la nota e incluso entrevistarlos. Los actores políticos formales de oposición se inquietan, y algunos, como Ricardo Anaya, en “casual” coincidencia, reaparecen en la escena pública.

 

Para AMLO es una evidente molestia, tener frente a su casa un grupo de gritones que exigen su renuncia. Antes del innegable triunfo que representa ocupar el Zócalo, cuando preguntábamos a la gente si apoyaban la idea de que AMLO renuncie, aproximadamente el 25% decía que sí. Podría incrementarse.

 

Lo anterior significa que no es buena idea despreciar esta protesta, aunque es claro que el gran reto es cómo atenderla.  La represión formal (usando a las fuerzas policiacas o militares) o informal (soltando al tigre), sería de alto riesgo, pues echaría por los suelos la imagen de tolerancia que AMLO se ha empeñado en forjar para su gobierno.

 

Es claro que la de FRENAAA es una oposición irracional e irreductible, pero se corresponde cabalmente con la irracionalidad e irreductibilidad con la que ha actuado AMLO en algunos temas. Creo que la única forma de desinflar a FRENAAA es que AMLO empiece a ser más sensato, más prudente, más dispuesto a reconocer errores. Que se reinvente. Los líderes de oposición bien harían si en lugar de descalificar o ignorar a Gilberto Lozano, lo van a visitar al plantón a ofrecerle algún apoyo.

 

Y si AMLO realmente fuera el animal político que algunos pretenden que es, caminaría el Zócalo para ir a saludar a la gente ahí acampada, les diría que respeta y comprende su protesta, les ofrecería apoyo en seguridad personal y facilidades para sobrellevar las incomodidades, y les diría que no va a renunciar, que seguirá con su proyecto, y que tiene la esperanza de que poco a poco se entienda mejor que es lo mejor para todos.