La política es para disfrutarse.

 

Durante muchos de mis años juveniles pensé que me dedicaría a la política; recuerdo que alguna vez busqué a mi padrino, el célebre profesor Humberto Ramos Lozano (el Príncipe de la educación en México), para pedirle consejo sobre si debería inscribirme en algún partido político. Me preguntó si aspiraba a algún puesto público, y le dije que no, que solo quería divertirme. Ante esto, su consejo fue contundente: no te inscribas en ningún partido.

 

Quizá sea una distorsión personal, adolezco de hedonismo, todo lo que hago lo concilio o someto a mi irrenunciable búsqueda del placer. Algunos correligionarios del pasado me lo han criticado, y siempre me ha valido madre, pero advierto que son los obsesionados, los que ven en la política más la tragedia y el sufrimiento que el placer, los que por lo común toman los liderazgos.

 

Pues bien, me preocupa que hoy en día la clase política sufra. No veo gente que disfrute del ejercicio de la política. En la oposición se entiende la preocupación, la tristeza y la desesperación; se sienten amenazados, perseguidos, frustrados al ver cómo la popularidad de AMLO no baja y la correlación de fuerzas favorece claramente a Morena. Es natural que sufran.

 

Pero resulta que los seguidores de AMLO y el propio AMLO tampoco se ven muy contentos. Su discurso se hace cada vez más patidifuso; qué chingados tiene que ver el Pacto Patriarcal con el Pacto por México; sus colaboradores cercanos e inteligentes llevan a cuestas una crisis de conciencia al tener que tragarse tantos sapos, cada vez más grandes y horribles. Tienen que tragar camote además de los sapos ( Y así debe ser  compañeros. Vaya para ustedes una palabra de aliento; aguanten vara, los vamos a necesitar mucho en la segunda etapa de Morena en el poder, en la etapa post-AMLO, que será la más luminosa o menos jodida de Morena).

 

En resumen, ni AMLO, ni sus colaboradores cercanos y menos sus correligionarios, destacando entre ellos las feministas de Morena, se ven felices. No están disfrutando del quehacer político, del único deporte que se puede practicar independientemente de las condiciones físicas o mentales (hay un chingo de locos en esto).

 

En fin compañeros. Solo una cosa les recomiendo. No cancelen la opción de disfrutar la vida, aún en la tragedia, incluso ante la muerte, se puede experimentar un poco de placer al gritarle a tu asesino.

 

¡Hasta la próxima!

 

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