Hace 33 años inicié una aventura que llamé SABA CONSULTORES. Le puse como nombre las iniciales de mi nombre (Salvador Armando Borrego Alvarado).
Varias veces hemos estado al borde de la quiebra, más por incumplimiento de pagos de mis clientes del ámbito político que por falta de trabajo, pero hemos sobrevivido.
Nuestro paso por la industria, deja de herencia al mundo la primera publicación en el Technometrics Journal, de los límites inferiores de confianza para los Índices de Capacidad de Procesos, y nuestro paso por la política y la administración pública, los Monitoreos y Cartas de Navegación Política de SABA.
Fueron largos procesos de investigación, con frutos evidentes en sus campos de aplicación, que no le demandaron al erario público ni un solo peso.
Hemos pagado el precio de la marginación profesional y el pretendido descrédito profesional, por dos idiotas que llegaron a ser gobernadores de Nuevo León; por negarnos a violar nuestros rigurosos estándares de ética profesional.
En esta horrible condición de la pandemia, logramos que toda la operación se realice desde casa, manteniendo todos los puestos de trabajo, los salarios íntegros y con una clara perspectiva de crecimiento.
Desde hace más de siete años iniciamos un proceso de transición en el mando, que cada vez me aleja más de las operaciones de la empresa. Ya casi estoy fuera, ya casi desde fuera, me permito decir: ¡felicidades, SABA CONSULTORES!