Estimados amigos. Continuando con esta serie de advertencias que sobre el problema de las encuestas hemos comunicado (sin ser escuchados) desde 1997, ahora presentamos un artículo que enviamos a nuestros contactos cibernéticos el 9 de noviembre del 2003 y posteriormente fue publicado como parte del libro “Crónica de una Sucesión Presidencial” en Editorial Muskaria en noviembre del 2006. Ojalá lo disfruten y lo difundan si les parece conveniente.

EL PANISMO RENIEGA DE LAS ENCUESTAS

Por razones de orden organizacional hemos temporalmente suspendido nuestros sondeos nacionales. Consideramos que habrán de reiniciarse en breve y entonces pondremos con regularidad a consideración de ustedes nuestras apreciaciones estadísticas semanales respecto del quehacer político nacional.
Mientras se restablece el monitoreo habremos de escribir algunos comentarios cuando los acontecimientos nos llamen la atención o sucedan cosas íntimamente relacionadas con nuestra actividad metodológica.
En esta ocasión nos llamó la atención que el Partido Acción Nacional, al analizar sus recientes derrotas electorales, cuestionó la calidad de las encuestas que realizó para orientar sus decisiones de campaña. De manera textual la nota del 9 de noviembre de El Norte señala: “Se cuestionó al equipo de Medina Plasencia, entre ellos el Diputado Juan Molinar, por el uso de encuestas que no acertaron en sus proyecciones y nunca advirtieron de las tendencias desfavorables”.

La pregunta medular al respecto es la siguiente: ¿Porqué fallan las encuestas de opinión? Podemos señalar, entre otras, las siguientes razones:

1. Porque la población de interés y el marco muestral tengan una discrepancia grande. Esto es, que la diferencia entre las personas que están enlistadas en el marco y las personas que conforman la población de interés, represente más del 20 porciento. Algunos autores señalan un porcentaje del 5 porciento, pero la experiencia indica que podríamos extendernos. Cabe señalar que la discrepancia que daña es por defecto y no por exceso del marco muestral, esto es, lo grave es que al marco le falten personas de la población de interés, no que le sobren.
2. Porque la aleatorización sea defectuosa. Esto es, porque no se garantice que cada elemento en la población tenga la misma posibilidad de ser incluido en la muestra.
3. Por errores en el procesamiento estadístico de los datos.
4. Por una inadecuada asignación de los indecisos.
5. Porque el abstencionismo influya notablemente en los resultados electorales.

6. Porque las encuestas pueden fallar. Las estimaciones al 95 porciento de confianza significan que es normal que falle una de cada veinte encuestas.

La experiencia y los conocimientos estadísticos de un encuestador pueden evitar que las encuestas fallen por las primeras cuatro razones anteriores, pero ningún encuestólogo puede evitar que sus encuestas fallen por las razones quinta y sexta.

Por lo común las encuestas fallan por las razones primera y segunda, como consecuencia de que los encuestólogos en general no están lo suficientemente versados en la Ciencia Estadística, y porque tampoco tienen la suficiente humildad para reconocer esta fundamental deficiencia, contratando a auténticos especialistas en Estadística que les garanticen la aleatoriedad, la selección de un marco muestral adecuado y el análisis correcto de los datos.

Respecto al Partido Acción Nacional sería conveniente que hiciera público quién o quienes les hicieron sus encuestas y también que les diera la oportunidad de explicar públicamente las razones por las cuales ellos consideran que sus encuestas fallaron.

Al margen del desenlace de este asunto, lo valioso de éste es que por primera vez se hace público el desencanto de un partido político nacional con un tipo de encuestólogo que debemos reconocer y perfilar. Por lo que nosotros sabemos, lo que si podemos anticipar es que los responsables de hacer encuestas para el PAN nacional no son estadísticos profesionales. Son aves de distinto plumaje, con habilidades muy destacadas para vender un producto cuya esencia desconocen de manera alarmante.

Lo que también podemos afirmar es que el PAN no es la primera víctima. También han padecido a este tipo de investigadores de opinión los otros partidos y los inversionistas comerciales. El mérito grande que tiene el PAN es que es el primero que advierte este problema y lo hace público.

Ojalá esto sea el principio del fin de la charlatanería en las encuestas y el principio también del predominio de las encuestas científicas en México, sin que los acomplejados nos detengan y nos pidan que esperemos a que este problema, que es mundial, lo resuelvan primero en Francia y en los Estados Unidos.