El “gasolinazo” arroja a EPN a los infiernos – El PAN acusa también el golpe – AMLO se beneficia presentándose como única alternativa
Enrique Peña Nieto ha recibido por parte de la opinión pública el más duro de los castigos a causa del “gasolinazo”. Así lo manifiesta la primera medición realizada este año por SABA Consultores a nivel nacional. Cuando parecía que la popularidad del Presidente iniciaba una tímida recuperación, EPN ha conseguido lo que parecía imposible: batir todos sus récords de desprestigio y descender aún más abajo del sótano que venía ocupando en las preferencias de los encuestados. Que la causa de este tremendo varapalo es el aumento de los precios del combustible es una evidencia: un 64,5 % de los preguntados tuvieron en mente esa cuestión.
Pero repasemos primero los números cosechados por Peña, que suponen en todos los índices alerta negativa y valor récord: sólo un 11,4 % de aprobación y un escandaloso 85,1 en desaprobación; un paupérrimo 3,5 de calificación, con las consiguientes alertas adversas tanto en calificaciones bajas como en altas; y, finalmente, un 38,1 % lo considera el peor político de México. El PRI desciende en identificación partidista y como opción electoral, y ninguno de sus posibles candidatos obtiene preferencias relevantes. Esta caída arrastra también al PAN, a quien el público considera con razón corresponsable de la reforma energética, que es la causa última de la subida de precios. De modo que Acción Nacional baja en identificación partidista y como opción electoral, cosechando sendas alertas negativas, al igual que Margarita Zavala en las preferencias para la Presidencia en respuesta espontánea. En la otra cara de la moneda, AMLO recibe la lluvia de bendiciones con alertas positivas en la consideración como mejor político, con un 7,4 %, y en la opción para la presidencia, tanto en respuesta espontánea como entre los posibles candidatos nombrados al entrevistado.
Aun a riesgo de ser políticamente incorrecto y sobre todo muy impopular, he de decir que la reforma energética era tan necesaria como inevitables sus consecuencias. Es falso que la reforma haya fracasado, eso no se podrá decir hasta que se vean sus efectos, y para eso hace falta tiempo. Pero Peña no tiene tiempo y sí muchos defectos: el primero y capital es no decir la verdad, por mucho que diga que no gobierna para la popularidad. Una explicación veraz y lógica de la necesidad de las reformas quizá no hubiera ahorrado traumas, pero hubiera transmitido honradez.
Sin embargo, sus detractores tampoco dicen la verdad: decirle a los mexicanos que el petróleo era de todos quizá sea muy populista y quede muy bien cara a la galería, pero les propongo que hagan unas sencillas cuentas: si los 127 millones de mexicanos eran propietarios de Pemex, ¿de qué les sirve pagar un 20 % menos de combustible si pagan entre todos 200.000 millones de pesos de subsidios y asumen con sus impuestos 30.000 millones de dólares de pérdidas el último año? Lo que en realidad cae sobre los hombros de todos los mexicanos es el demoledor peso de una empresa sin gestión, sin eficacia y sin productividad cuyo coste debería emplearse, por ejemplo, en obras públicas y gasto social. Esa es la verdad, aunque duela.
AMLO es el gran beneficiado por estos y otros acontecimientos y parece estársele ofreciendo la Presidencia en bandeja, porque no aparenta haber otra alternativa. Hay una metáfora en política que se cumple con cierta frecuencia: la del árbol y las nueces. Consiste en que mientras unos agitan el tronco del frutal, otros esperan tranquilamente a recoger la recompensa sin esfuerzo. Así está ocurriendo en México con AMLO. La única particularidad del caso mexicano es que quien espera el aprovechamiento ya no necesita ni enviar agitadores que muevan el árbol.
Es el propio PRI, con su triste pasado, su corrupción interna, su torpeza y su falta de diligencia comunicativa, quien parece sacudirlo para que López Obrador recoja las sabrosas nueces de la Presidencia. Vivir para ver.