Los números obtenidos por Saba Consultores en sus mediciones hasta el día 9 de diciembre, nos indican que la clase política de Nuevo León se “disparó en el pie” con la falta de principios y la promiscuidad con que ventilaron sus alianzas y acuerdos en estos días y redujeron su aceptación dentro del escaso 30% o menos de la población que los acepta o los prefiere. Decimos esto porque, siendo un periodo en donde la preocupación de los entrevistados sobre el caso de Ayotzinapa se redujo a un 11.4% de ellos, y donde a pesar de que se ventilaron hechos importantes sobre el asunto que podrían haber enardecido otra vez a la opinión pública como fue la denuncia de los forenses argentinos sobre el “sembrado” del cuerpo del joven Alexander; o las críticas de los diarios extranjeros o el incidente del premio Nobel, etc., de todas formas los números para el gobernador Rodrigo Medina, representante directo del sistema político y aliado del gobierno federal, pudieron mejorar y hasta obtener un 6.9 de calificación que le indica una alerta positiva. En contraste, en el periodo y el día en que se anunciaron coaliciones entre los diferentes partidos y se desecharon otras, especialmente la más bizarra de ellas que es la del PAN con el PRD y el PT, un 69.4% de los entrevistados dijo no tener preferencia partidista; y en el Top of Mind, que es la intención espontánea de voto, un 78.4% dijo no tener ningún candidato favorito y, por lo tanto, no ser seguidor de ninguno de ellos, un porcentaje que representa una baja significativa respecto a otras mediciones. Uno tiene que tomar en cuenta, para apreciar este divorcio de la clase política con la población, por ejemplo, que Margarita Arellanes obtiene 94% de conocencia, es decir, casi un cien por ciento de los entrevistados la conoce, pero de ellos no logró obtener más que un 4.2 % de intención espontánea de voto. Otros dos rubros donde se aprecia este deterioro de la imagen de la clase política ante la población por los recientes desfiguros realizados al presentar sus alianzas y coaliciones, son el hecho de que, dentro de los mismos partidos, un 87.3% de sus militantes, en el caso del PRI, no se identifica con ninguna de sus figuras, y en el caso del PAN es un 87.6%. La promiscuidad política que exhibieron los partidos en estos días tuvo un beneficiario que fue Fernando Elizondo, el que cultiva una imagen de “político decente” pero que en realidad representa poderosos intereses empresariales y petroleros hoy un poco menguados por la caída del precio del petróleo, quien desafía a Ivonne Álvarez y a Margarita Arellanes en algunos rubros sin, aparentemente, realizar una actividad de proselitismo visible.