Los números obtenidos en las mediciones de Saba Consultores hasta el día 9 de julio, nos indican que en Nuevo León puede repetirse el fenómeno de Coahuila, es decir, el del abstencionismo de más de un 60%. En ese estado, los dirigentes de oposición señalan que solamente votó el 35% de los ciudadanos registrados en el padrón electoral y que dentro de éstos predominaban los electores “clientelares”, los que reciben algún tipo de beneficio en los programas asistenciales de los diferentes gobiernos de los diferentes partidos. En Nuevo León tenemos que de todos los entrevistados se obtiene que, en identificación partidista, por ejemplo, solo un 25% dice identificarse con alguno de los partidos. Igualmente, el Top of Mind, o intención de voto espontánea, entre todos los aspirantes mencionados —más de 25 en total— solo logran sumar la intención de voto de un 27.3% de los entrevistados, mientras que los que contestaron “no sabe”, suman hasta un 67% el día 9 y más de un 60% en promedio. Es más, en promedio, los que contestaron “ninguno” y los que no contestaron —un 4.7% y un 6.3% respectivamente—, son un porcentaje mayor que los que obtiene Mauricio Fernández, quien lleva la delantera en este momento en ese rubro del voto espontáneo. Esta “indiferencia” ciudadana hacia la clase política es atribuible a nuestro parámetro de la Tendencia Decreciente del Bienestar General (TDBG) que opera de manera constante mientras la economía nacional no tenga un repunte significativo. Hay que tomar en cuenta también que estos números, aunque son más o menos constantes, se obtuvieron durante los días del “mini zafarrancho” en el Congreso del Estado, en donde los partidos “de la chiquillada” exhibieron sin ningún pudor su naturaleza verdadera como administradores de un “changarro” político, el cual podrían perder por la nueva reforma política y el famoso 3%, mientras que los partidos grandes exhibieron una mentalidad similar aunque con un “changarro grande”, para hacer negocios en la política. Seguramente esto exacerbó no solo la indiferencia sino el desprecio de la población hacia esa clase política. En contraste con esto, el gobernador Rodrigo Medina mantiene estables sus números y con ligeros ascensos como el 6.9 de calificación promedio. El gobierno, o más bien el ejercicio del gobierno, obtiene estabilidad y una base social sobre la base de una importante obra pública en proceso y muy visible como es la Línea 3 del Metro, una cierta estabilidad en el estado en materia de seguridad y, sobre todo, una gran maquinaria asistencial a través de la Sedesol estatal que hoy comanda Federico Vargas y que contrarresta o mitiga, en cierta medida, la TDBG.