Nos sentimos del tamaño de los que agredimos.

 

Esta semana, en la que hemos llegado al escenario bicatastrófico en la pandemia (más de 120 mil decesos), las redes sociales politizadas se perdieron atacando a dos personajes de la comunicación, que tienen en común, al menos, su proclividad para vestirse de manera ridícula, uno en sus calcetines y el otro de pies a cabeza.

 

Que entre pares se pierda el tiempo criticando cosas intrascendentes no tiene la mayor importancia, como diría nuestro célebre actor Arturo de Córdova, pero que nuestro presidente descienda (sí, se rebaje) para criticar a Joaquín López Dóriga, a más de ser un grave error, nos mueve a pensar, con preocupación, el tamaño que AMLO percibe de sí mismo cuando se mira al espejo.

 

Quizá por ello es que en nuestra medición semanal cierra con algunas alertas negativas. El presidente y sus allegados deberían cuidar celosamente la investidura presidencial, asociada más al vuelo del águila, que al repto de los reptiles.

 

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P.D. ¡Feliz Navidad!