¿Prometió la ciencia la felicidad? No lo creo. Prometió la verdad, y la pregunta es saber si alguna vez haremos la felicidad con la verdad. – Émile Zola

El rasgo principal del último monitoreo de SABA Consultores, realizado el pasado lunes, es que los indicadores principales permanecen como estaban. Es decir, por una parte, no hay deterioro para AMLO; y por otra, en los cruces electorales, una hipotética coalición opositora que liderara Colosio Jr. seguiría en empate técnico, fuera contra Marcelo o contra Claudia Sheinbaum. De modo que, como cantaba Julio Iglesias, la vida sigue igual. Y eso que en las últimas semanas se ha registrado un descenso en el número de quienes reciben apoyos sociales, porcentaje que tuvo su punto culminante en los albores del mes pasado. Curiosamente, justo cuando AMLO tenía que encarar dos momentos relevantes: la consulta de la revocación y la aprobación de la reforma eléctrica. Se registra, eso sí, una nueva advertencia favorable en la opinión sobre la gestión del INE. Pero si llegara el caso en que tuviera éxito la claramente regresiva reforma electoral y la eliminación de ese organismo, tengan por seguro que nada sucederá. Porque hace mucho tiempo que se observa el fenómeno de que los seguidores de AMLO le siguen apoyando, aunque no estén de acuerdo con sus decisiones.


La respuesta sencilla, que conocemos hace meses, es la consabida percepción de apoyos por parte de más de la mitad de los mexicanos, única fortaleza que mantiene el presidente a lo largo de su mandato. Esto es una explicación, no una justificación, y menos una culpabilización. En la muy recomendable serie francesa sobre intrigas políticas “Baron Noir”, un dirigente interpela a otro sobre si será suficiente un simple subsidio para consolidar la fidelidad de un estrato de exiguos ingresos. La respuesta es demoledora: “Si lo dudas, es que tú no sabes lo que es ser pobre”. Así que no es posible culpar a quienes se han de agarrar de un clavo ardiendo de que busquen cualquier tabla de salvación.


Habrá quien diga que el mero hecho de que alguien deba “tener la culpa” de que AMLO campe por sus respetos ya es un sesgo, pues si una mayoría muestra su acuerdo, nada hay que replicar. Sin embargo, los datos de SABA, además de confirmar la estabilidad del presidente y los motivos principales de quienes lo respaldan, nos dicen más cosas. Por ejemplo, esos mismos ciudadanos, en respuesta espontánea, expresaron que su pensamiento estuvo mayoritariamente en las siguientes cuestiones: desapariciones, el caso Debanhi, asesinatos, muertes, matanzas, inseguridad, violencia, delincuencia, asaltos, robos. Todo ello sumando prácticamente un tercio de los conceptos mencionados. Lejísimos queda la atención a la reforma eléctrica, y más aún a la revocación, a la reforma electoral, o a la subida de precios. La consideración de la inseguridad como principal problema está en un casi constante aumento desde el pasado verano, llegando en este momento al altísimo porcentaje de un 39,7 %.


En medio de esa percepción, ayer amanecimos con el informe 2022 de Reporteros sin Fronteras, donde México aparece en el puesto 127 del ranking de libertad de prensa, y un año más, como el país más inseguro del mundo para el ejercicio del periodismo. México sigue por delante, por ejemplo, de Afganistán o de Siria en los asesinatos a periodistas. No son ellos, por supuesto, las únicas víctimas. Lo son también las mujeres, los profesionistas, los campesinos, las familias… Cualquiera está en riesgo, mientras el gobierno de la 4T parece ignorar la situación, por una razón simple: si nos siguen aprobando, todo va bien, un silogismo falso de los pies a la cabeza.


Va a hacer 125 años que el genial escritor y periodista francés Émile Zola alzó su voz acusadora contra el silencio y la injusticia, precisamente a través de la prensa, en su inmortal artículo “J’accuse…!”. Ya hemos visto que no se puede acusar a quienes, atravesados por la pobreza, el miedo y muchas veces la ignorancia, se refugian en los subsidios de la 4T. Pero en homenaje a Zola, a los periodistas, a todas las demás víctimas de la violencia, y sobre todo a la verdad, desde aquí sí podemos acusar a otros, y sin duda nos vamos a quedar cortos.


Yo acuso a los intelectuales, algunos de ellos periodistas compañeros de las víctimas, que, habiendo favorecido la llegada al poder de Andrés Manuel, callan ahora, mudos y ciegos ante esta infamante realidad, o simplemente privados de toda influencia. Acuso a muchos empresarios, amoldados a la situación por aquello del dame pan y llámame tonto. Al PAN, que se conforma con sus magras cuotas de poder, y ha ocultado o consentido los clamorosos casos de corrupción habidos en sus filas. Al PRI, en especial a sus actuales dirigentes, que entregaron la victoria a AMLO del modo más vergonzante posible, y por las más inconfesables razones. Acuso a los arribistas de todo pelaje que se subieron al tren de la 4T para agarrar su correspondiente hueso, algunos pisoteando su propio apellido. Acuso a quienes tratan de justificar lo injustificable por el simple y pueril hecho de que antes “también pasaba”. Acuso a quienes son insensibles a la lacra de la violencia contra las mujeres. A los que planifican la demolición y regresión de las ya de por sí endebles estructuras democráticas de México y de sus escasos contrapesos de poder. A aquellos cuyo interés está en perpetuar la condición de los más pobres resignándolos con un mendrugo de pan, y engañándolos con discursos grandilocuentes. Y, finalmente, acuso al responsable último de todos esos dislates y vergüenzas nacionales e internacionales: Andrés Manuel López Obrador, gran jefe de los mismos perros con distinto collar. Visto lo visto, ¿quiénes son los traidores a la Patria?