El Bronco paga el impuestazo con una baja general en su evaluación – Al final, un acuerdo cocinado con nocturnidad y alevosía – El Bronco no va a estar para ver las consecuencias

Jaime Rodríguez vive horas muy bajas en cuanto a la opinión que sobre él tienen sus administrados. Así lo afirma la medición realizada por SABA Consultores el pasado día 17, donde cosecha nada menos que siete alertas negativas en la evaluación de su gestión. A saber: sólo un 29,6 % de aprobación; su calificación también baja a 5,4, y es igualmente alerta negativa en cuanto a los municipios de Monterrey, con 5,5, y San Nicolás, con 4,5; la calificación del Bronco en el área de Seguridad Pública también es alerta negativa con un 5, y lo es también en cuanto al porcentaje de calificaciones altas en esta parcela; y otra más, las calificaciones bajas a su desempeño en general, que suben hasta el 45,6 %. Tan sólo un 18,7 % de los entrevistados votaría de nuevo por el Bronco en unas hipotéticas nuevas elecciones, y las alternativas independientes cosechan la identificación partidista más baja desde el inicio de estas mediciones, con tan sólo un 2,8 %.

A este panorama hay que añadir una alerta negativa más: la del porcentaje de aquéllos que piensan que la situación financiera del Estado de Nuevo León, que es el que gobierna don Jaime, por si a alguien o a él mismo se le ha olvidado, es de quiebra o pésima, que son un 22,4 % de los encuestados, a los que hay que añadir un 20,5 % más que piensa que es mala. A esto, sumemos el habitual y escandaloso porcentaje de quienes piensan que la inseguridad es el principal y más grave problema del estado, que en la media de la encuesta son un 53,2 %, amén del 60,6 % que vive situaciones de asaltos o robos cerca de su hogar. Por cierto, el responsable de este último campo, el general Antúnez, sigue sin dar señales ni de ser cesado ni de marcharse por propia voluntad. Seguimos esperando.

He dicho, y recordado, que el Bronco gobierna, de momento, Nuevo León. Conviene incidir en que también Fernando Elizondo es copartícipe y corresponsable de la gestión de su gobierno y, cómo no, de su llegada al poder. Lo digo porque aún es el mejor valorado del gabinete, pero por mucho que haya intentado hacer mutis por el foro en la supuesta negociación para los presupuestos de egresos de 2017 es uno de los máximos responsables de este paquete económico. Leyeron bien, supuesta negociación. Y esto nos conduce a lo que parece el motivo evidente de este desaguisado en la opinión sobre don Jaime. Dije que esta es la percepción que sobre su gestión tienen sus administrados, pero tal vez para él no sea la palabra exacta que los defina. Van a ser sus ordeñados, sus cajeros automáticos, sus expoliados, sus esquilmados, sus exprimidos. Va a ser la raza que paga, pero no la que manda. Van a ser los engañados por un político que sabía de sobra que en una administración no se puede gastar más ingresando menos, aunque no tuvo empacho alguno en vender milagros como si fueran posibles.

Pero ha obtenido la inestimable colaboración, por unanimidad, de todos y cada uno de los diputados locales, que han representado junto a él una pantomima de casi veinte días de “negociación” para luego, con nocturnidad y alevosía (“va a ser terrible el golpe”, decía Arturo Salinas) han aprobado la propuesta del Bronco sin quitarle apenas una coma. Pero a él, como en la canción de los hermanos Varona que cantó Luz Casal, no le importa nada, que digas o que hagas, por la sencilla razón de que no va a estar ahí para verlo. Hasta el helicóptero se queda, que lo pague el siguiente, que será quien digan los diputados trasnochadores del viernes. Jaime ya está en la puerta de salida para correr nuevas aventuras. Está jugando y no le importa nada.