En Coahuila piden un Gobernador honrado – El PRI aguanta el desgaste
Todavía ningún independiente rompe el bipartidismo

Coahuila quiere, y necesita, un gobernador honrado. En la última medición de la opinión pública realizada por SABA Consultores, a la pregunta de cuál debía ser la principal característica del próximo Gobernador, nada menos que un 38,5 % contestó que la honradez. Al ya de por sí indicativo guarismo, hay que añadir otro que raya en lo trágico: un 64 % afirma no conocer político alguno que sea honrado en Coahuila. Y cuando, al exiguo 18,1 % que es más benévolo y afirma conocerlo, se le pregunta cuál, les es tan difícil determinar quién que las respuestas aparecen más repartidas que el pan de los pobres. Ésa es la triste realidad.

Está claro que la sombra de Humberto Moreira es alargada, y ha hecho extensible el sentimiento de rechazo a toda la clase política: el 11,8 % consideran a Humberto el peor político, y el 10,1 a todos en general. Cierto es también que el actual Gobernador, el otro Moreira, aparece en tercer lugar en esa lista, pero esa mala percepción se atenúa al observar que aún conserva un 41 % de aprobación, y además está a la cabeza de la consideración como mejor político. Tengo leído en prensa, con motivo del movido festejo del cincuenta cumpleaños del menor de los Moreira, que de estos dos hermanos Humberto es el que baila y Rubén es el que piensa. Mucho tiene que pensar para enjuagar el agujero que dejó su antecesor. Pero, a la vista de que aún conserva sólidos apoyos, Rubén seguramente acudirá a la cita bíblica, para decirnos: ¿acaso soy yo el guardián de mi hermano?

Y hablando de apoyos sólidos, en Coahuila, y a diferencia de otros estados, parece que suceden dos cosas: que continúa el bipartidismo y que el PRI conserva su hegemonía, aunque lejos de los porcentajes con los que arrasó en las dos últimas elecciones. El desgaste ha sido enorme, pero al parecer no lo suficiente: en la media que arroja la encuesta, lidera en identificación partidista con un 17,1 %; en respuesta espontánea, un 20,7 % afirman que votarían por el PRI en próximas elecciones, lo cual en proyección electoral supone un 45 % nada desdeñable. El PAN acecha a distancia prudente. La diferencia entre ellos, no obstante, es que el rechazo que genera el PRI es mucho mayor que el que provoca el PAN en los porcentajes de aquéllos que nunca optarían por los dos grandes partidos. Por otra parte, tampoco existe una preferencia clara entre quién debe ser candidato priísta, entre los varios que se postulan, aunque el que destaca es Javier Guerrero. Entre los panistas preguntados, parece haber más claridad a la hora de optar por José Guillermo Anaya.

En cuanto a la cuestión del bipartidismo, hay que señalar que las alternativas independientes no reciben aún respaldo significativo ni en identificación ni en apoyo electoral ante unos hipotéticos comicios. Ello a pesar de que a un 47,5 % les gustaría que se presentara un candidato independiente. La pregunta es quién. Ya sabemos que por toda la República (y por todo el mundo) corren vientos que expresan el deseo popular de acabar con los vicios de la política y los partidos tradicionales. Casi se está a la espera de un mesías. Pero, al calor de ese sentimiento, están apareciendo oportunistas que en lugar de soluciones ofrecen demagogia y contribuyen aún más al desencanto general, cuando no a la ruina económica y moral, por si está ya fuera poca. ¿Será en Coahuila donde se postule ese candidato verdaderamente independiente y capacitado que todos esperan? De momento, no se perfila ninguno. Se busca un hombre honrado, que no es poco.