En el caso de las probabilidades que asignan los médicos, es claro que no las establecen ni a priori, ni a posteriori. En general se asignan con base en información sobre el paciente, los avances en el conocimiento y tratamiento de la enfermedad y en su propia experiencia. Este último ingrediente le da un sentido personal a este tipo de probabilidad, y hace natural que ante un mismo caso un médico difiera de otro respecto a su percepción sobre el resultado de un tratamiento o cirugía. De ello se deriva que a esta forma de entender la probabilidad se la conozca como Subjetiva.

Consideremos un ejemplo más: Cuando se dice que las apuestas están 4 a 3 en favor de un boxeador, se hace uso de la percepción de los apostadores para establecer la probabilidad. Estos números, conocidos como momios, se pueden utilizar para calcular la probabilidad, del modo usual, de la siguiente manera: Como el boxeador en cuestión está 4 a 3, significa que por cada cuatro apostadores que piensan que él va a ganar hay tres que piensan que ganará su contrincante. Quiere decir que el total de posibilidades es 7, de las cuales 4 le son favorables. Si dividimos 4 entre 7, el resultado es 0.57. Dicho de otro modo, decir que un boxeador tiene los momios en su favor 4 a 3, es lo mismo que decir que la probabilidad de que gane es 0.57.

Independientemente de la forma de entender la probabilidad, siempre será un valor entre el cero y el uno, y siempre se cumplirán una serie de condiciones básicas que hacen irrelevante que tengamos presente si estamos ante una probabilidad a priori, a posteriori o subjetiva, pero aún así vale la pena tener esto en mente.

Hasta la próxima, cuando abordaremos el tema de las muestras aleatorias.