EL SEXTANTE
Febrero 27, 2020.
“Aunque fuera verdad que ese programa [Sálvame] sólo lo ven mujeres mayores e incultas, ¿cuánto vale su voto? ¿No es el principio de la democracia el de “una persona, un voto?”. Pedro Sánchez Pérez-Castejón.
En este nuevo monitoreo nacional de SABA Consultores encontramos que permanecen intactas muchas de las tendencias que se observaron la semana pasada, pero con varias novedades llamativas, en especial una verdaderamente sorprendente: descendió la preocupación por la inseguridad. Y lo hizo al punto de generarse una alerta positiva, lo cual es tanto más llamativo teniendo en cuenta el contexto de los hechos violentos en México en los últimos días. La percepción ciudadana que refleja el “Top of mind” así lo declara: el pensamiento de los mexicanos está totalmente dominado por los sucesos relacionados con la inseguridad.
Ahora bien, hay algo que sí supone una transformación, y es que ese pensamiento se centra en nombres propios: Fátima y los feminicidios, en especial, que acaparan la cuarta parte de las respuestas, y un porcentaje menor pero significativo que tuvo presente el asesinato de los estudiantes de Puebla. Es decir, al tiempo que gana actualidad la violencia contra las mujeres desciende repentinamente la preocupación por la inseguridad. Aunque no necesariamente ha de haber una correlación estadística entre ambos hechos, pues naturalmente intervienen otros factores, no dejan de ser datos que casi resultan inquietantes.
Al margen de ello, y antes de comentarlo más en profundidad, repasemos qué tendencias muestran un comportamiento casi idéntico al de la pasada semana. En el indicador de mejores políticos, aun con una leve recuperación, AMLO permanece en niveles de advertencia negativa, mientras que Felipe Calderón repite alerta favorable por tercera ocasión consecutiva. En cuanto al expresidente, y ahora expanista, queda claro que se está convirtiendo en una suerte de caudillo “in pectore” de la oposición, tal vez sin esperarlo, y ante la dejación evidente de funciones del PRI. La polarización con respecto a su figura así lo sigue confirmando, repitiéndose la alerta negativa para Calderón en el rubro de peores políticos. Lo que quedó del PAN después de Ricardo Anaya también se resiente de este aparente avance de Felipe, recordándole de nuevo a quien fuera candidato el flaco favor que su prepotencia hizo a los intereses del partido conservador. Los azules reciben una advertencia negativa en identificación, de la cual ninguno de los demás partidos se beneficia.
Esto último es así porque el PRI sigue en sus niveles bajos y fríos de identificación, aunque desde luego estables. De repente, el seguidor del PRI, tantas veces tildado de falta de criterio, se ha vuelto el más exigente, y no por casualidad es el electorado que sería más crítico en función del candidato que designara el tricolor. A esos seguidores sólo les hace falta ahora un partido que también tenga criterio y personalidad, que desde luego no parece ser este PRI. Que Morena no saque tajada de un descenso del PAN es natural y comprensible. Lo que merece más análisis es el hecho de que el partido de AMLO siga bajando en el rubro de identificación, en paralelo a un descenso de los seguidores más acérrimos del Presidente. Todo parece indicar que los primeros en sentir el desencanto por Andrés Manuel están engrosando las filas de quienes no se identifican con nadie. Una reacción clásica: de un desengaño amoroso a un rechazo al amor en general. Y más si el liderazgo político mexicano anda tan falto de galanes que algunos vuelven a abrazar al tantas veces denostado Calderón. El corazón tiene razones que la razón no entiende.
Pero, hete aquí, que AMLO resiste. Al ambiente de crispación de las últimas semanas, a la ola de violencia, a la recesión económica y a la mengua del número de sus seguidores más fieles. Sus niveles de aprobación, aunque tímidamente, intentan revertir la tendencia a la baja, y no tocan los parámetros de advertencia. Otro dato muy interesante que corrobora lo anterior: cuando Morena no es un concepto aislado, como en el rubro partidista, sigue mostrando gran solidez, ya que en la hipótesis electoral, en la que el nombre del partido se vincula al de AMLO, la ventaja de éste sigue siendo aplastante. El beneficio directo se reduce para Regeneración Nacional en la pregunta sobre la elección de diputados federales, donde López no es mencionado. Queda claro, pues, que la fortaleza y omnipresencia de la figura del Presidente sigue siendo muy potente. Y tenemos que hablar de resistencia porque las condiciones políticas y sociales no se pueden considerar en modo alguno favorables para quien ejerce el poder.
¿Por qué sucede esto? Acudamos, primero, al cambio de actitud del electorado del PRI, que guarda muchísima relación con el cambio de su base social. Ahora tomemos en consideración que esos sectores que constituían la base priísta se han trasladado en masa a los respaldos de López Obrador: menos estudios, menos ingresos. En consecuencia, menos formación y menos espíritu crítico. Regrese el lector a la cita que encabeza este artículo, del homólogo español del Presidente López. Tanto en el título de la obra a la que pertenece (el muy expresivo Manual de resistencia), como en su contenido, están las claves de los muchos paralelismos políticos que explican el alto nivel de tolerancia, a ambos lados del Atlántico, que supera lo contradictorio para entrar de lleno en lo paradójico, con las decisiones de los respectivos Presidentes.
Consideremos el número de los que desgraciadamente gozan de menos formación y de menos criterio, tal como hace Sánchez con descarada claridad, y tendremos la explicación a muchas cosas. AMLO ha vaciado al PRI por completo. Le ha quitado muchos de sus líderes, sus bases y su estructura, y ha generado una copia de la estrategia que el peor tricolor utilizó muchos años: manejar, con perdón de la expresión, al jodido. Y ello con el beneplácito de los mandatarios salientes y entrantes del Revolucionario Institucional, a cambio quién sabe de qué réditos que algún día deberían explicar.
Pero la cita de Sánchez hace una alusión clara, casi desvergonzada, al asunto mollar de esta medición: las mujeres. Resulta que el español no tiene empacho en afirmar que le viene de lujo que esas féminas sean ancianas e incultas, porque su voto vale tanto como el de otro cualquiera. Que se la pasen viendo telebasura. AMLO ha ido más lejos: no me distraigan con feminicidios, lo importante es participar en la rifa. Y, a tenor de los datos, le están haciendo caso. De ahí lo inquietante de la contradicción que supone una ciudadanía con la violencia en mente, en especial aquella contra la mujer, que reduce su preocupación por la inseguridad.
Lo alarmante es que la banalización de los feminicidios, minimizar la situación nada menos que para no perjudicar la promoción de una rifa, parece haber tenido su efecto, y no ha contribuido al desgaste del Presidente. Aquí tenemos el “manual de resistencia” de AMLO en todo su esplendor, el nuevo triunfo de la herramienta editorial que pone en práctica cada mañana. Los paralelismos entre Sánchez y López son abundantes, pero, como los mandamientos, se resumen en dos: amarás a tu líder sobre todas las cosas y te apropiarás de todos los resortes del Estado, hasta que este se confunda con el gobierno.
Un corolario tal vez sería: no te importe mentir, si con ello puedes utilizar a los más vulnerables. Esto es lo triste, y es lo vergonzoso. La psicología del “amlover” quizá no sea finalmente un misterio, sino el resultado de una manipulación continua digna de los tiempos del peor PRI. Pero es casi peor la de los “haters” del Presidente, que han caído de lleno en la trampa, intentando instrumentalizar el drama de los feminicidios para desgastar a AMLO. La violencia en México es el problema capital, y lo es en general hasta niveles dramáticos. No sólo contra las mujeres, aun siendo esta una de las más lacerantes. El descenso en la preocupación por la inseguridad es un efecto “boomerang”, un retruque que nos muestra un nuevo éxito de la estrategia de AMLO: resistencia incluso ante lo evidente, o quizá gracias a lo evidente, como en el manual de su colega Sánchez. El objetivo de que los árboles no dejen ver el verdadero bosque se ha vuelto a conseguir, incluso con la ciega colaboración de los rivales, que le entran a todos los muletazos. ¿Hasta cuándo resistirá México?