“En el país de los ciegos, el tuerto es el rey”. Dicho popular.
Más que nunca, se hace en estos momentos de crisis imprescindible contar con información confiable de cómo percibe la opinión pública tanto la situación en general como la actuación de sus gobernantes. La metodología de SABA Consultores nos la aporta, y además constituye el necesario contrapunto a los muchos datos erróneos que circulan por redes y medios de comunicación.
No vamos a insistir hoy en las posibles causas de lo engañoso de lo que se está difundiendo. La realidad, al contrario de lo que muchos piensan o tal vez sólo desean, es que AMLO resiste con solidez los efectos de la contingencia sanitaria, al menos por ahora. Ese es el dato más concluyente de la medición de SABA correspondiente al 3 de abril: el regreso a la estabilidad de los valores del Presidente. Tras un desgaste que se inició con carácter previo a esta crisis, sus porcentajes se han estabilizado en números cercanos a su media, y es precisamente esa estabilidad la que hace más confiables los promedios de la encuesta. La aprobación a AMLO se mueve en torno a un 60 %, y lo que sí ha cambiado ligeramente al alza es el porcentaje de desaprobación, y sobre todo la actitud de sus malquerientes. López Obrador lleva mucho tiempo jugando a la polarización, y en estos momentos turbulentos no sólo no ha dejado de hacerlo, sino que parece intensificar ese modo de proceder.
Aunque pertenece a la información a la que acceden los suscriptores, el doctor Salvador Borrego hizo público un dato clave que ilustra lo anterior: el Presidente obtiene un valor récord negativo en el indicador de peores políticos, y al mismo tiempo repunta favorablemente en el de mejores. Esto quiere decir que esa polarización aumentó, fruto de una doble reacción simultánea de antipatía y respaldo a Andrés Manuel. Después veremos las posibles causas de la reafirmación de sus seguidores. En cuanto a sus detractores, es probable que muchos que antes lo veían con indiferencia, hayan aumentado ahora su desagrado, y los que ya lo mostraban activamente, hayan redoblado su inquina hacia él. Los sectores que más reaccionaron contra AMLO son los de más estudios, hecho que viene siendo habitual.
Ya hemos comentado en otras ocasiones que parte de la intelectualidad mexicana fue quien ayudó a llevar al de Tabasco en volandas a la Presidencia, y hace tiempo que muestran un arrepentimiento culposo, sin que ello sea óbice para reconocer el papel de los que avisaron de lo que podía suceder. En Galicia dicen sobre las brujas que haberlas, haylas. Pero lo más sugerente de esta reacción contra el Presidente es la presencia en ella de la clase media, que suele mostrar un desapego a todos, pero generalmente de carácter pasivo. Esta actitud beligerante es una muestra de la inquietud de esos sectores de ingresos medios ante lo que se avecina, especialmente en términos económicos.
Este es un muy mal indicador, en primer lugar, porque la división que se está generando no es nada buena nunca, menos aún en tiempos de crisis; en segundo lugar, pero no menos importante, porque la clase media constituye un tejido económico, de generación de empleo y de flujo de efectivo, fundamental para la nación, y el peligro de que sea pulverizada como tal es una amenaza que el gobierno debería tener muy en cuenta. No sólo por los demoledores efectos sobre este sector vital, sino porque redundaría, como casi siempre, en un empeoramiento de las condiciones de vida de los más humildes, como es fácil deducir. Son las cosas que tiene la realidad económica en que vivimos, que siempre anda tan lejos de los sueños guajiros de la 4T.
A Andrés Manuel, todo eso parece darle lo mismo, porque da la sensación de partir del viejo adagio político de que, con la opinión pública a favor, nada puede salir mal. Ayer conversaba con un politólogo mexicano que me transmitía una idea sobre las posibles intenciones de AMLO, que espero no sea acertada: generar una crisis de poder adquisitivo que sume la clase media a la ya de por sí depauperada legión de quienes viven en la pobreza, para a continuación favorecer a los grandes empresarios y multinacionales con mano de obra barata. Suena, en efecto, antes de que ningún lector me lo advierta, pavoroso y conspiranoico. Pero cualquier cosa cabe esperar cuando uno escucha al Presidente de México decir en conferencia de prensa que esta crisis sanitaria va a venirle a la 4T “como anillo al dedo”. Como anillo al dedo, permitan que lo repita.
Semejante afirmación descalificaría por sí sola la capacidad de mandato de cualquier líder político de un país medianamente civilizado. Pero la política comunicativa de AMLO es de saturación, apenas está dando tiempo a deglutir una novedad tras otra, y mucho menos a que el común de los ciudadanos valore adecuadamente decisiones como la intervención de los fideicomisos, tomada con poca explicación y menos transparencia. Pero a falta de un análisis más detenido, la primera impresión es que se va a cebar a Pemex y no se va a priorizar la emergencia sanitaria. Mal vamos.
La realidad, por ahora incontestable, es que AMLO mantiene sus apoyos intactos en gran parte, y esto es algo que puede responder a diversas hipótesis. En mi opinión, hay una clara estrategia calculada de propaganda, en ocasiones verdaderamente sonrojante, dirigida precisamente a las bases que lo sustentan: los de pocos ingresos y estudios. La cuestión es que esos sectores sociales y económicos, bastante amplios, coinciden en gran parte con quienes no tienen acceso a internet y a otros medios de comunicación, y en consecuencia tienen menos posibilidad de contrastar noticias. Su referencia es el Presidente, lo que dice el Presidente, lo que hace el Presidente. No, desde luego, las recomendaciones intermitentes y contradictorias de López-Gatell. Les pongo un ejemplo de esa burda propaganda: hace pocos días circuló en las redes un kit que supuestamente se había repartido entre la población con cloro y algunos insumos sanitarios. Decía textualmente quien afirmaba haberlo recibido, que fue en respuesta a una llamada al número telefónico de apoyo, que inmediatamente recibió dicho kit, y que fue tal la emoción que se preguntó si estaba… ¡en Suecia!
Como todos sabemos, en nuestros días las noticias dan tres vueltas al mundo en diez minutos, y esta tosca propaganda no ha sido una excepción. A consecuencia de ello, un informativo francés lo ha comentado con sorna, y ahora viene el retruque de la carambola: el propio Marcelo Ebrard, al que se suponen conocimientos de idiomas, no ha tenido empacho en compartir las imágenes de ese informativo afirmando que México es ejemplo mundial de gestión de la crisis. Así se retroalimenta la propaganda más desvergonzada. ¡Bienvenidos a Suecia! La Suecia de América. Este modo de proceder, imprudente y sin escrúpulos, va dirigido con plena consciencia a los sectores menos instruidos, y por tanto, más crédulos, que son los que están sosteniendo a AMLO, y le está resultando. Quiere ser el rey de un país de ciegos. Lo malo, además de lo incalificable de llevar la mentira por bandera, es que esos estratos son los más expuestos a las consecuencias de esta crisis, en especial en su vertiente sanitaria. Hay otro virus, el de la ignorancia, que López Obrador quiere propagar porque así le salen sus números.
Es momento, si, de ser consciente de las virtudes y de las limitaciones, y de la crítica constructiva. Pero la colaboración poco tiene que ver con los shows de focas aplaudidoras, como el que contemplamos ayer en la mañanera. Entre las que estaba, por cierto, López Gatell, el científico que se hizo político. Como en todas las crisis, veremos lo mejor y lo peor de cada cual. Acá en España se maneja la expresión “hacerse el sueco”, en referencia a quien se hace el distraído ante una situación determinada. Se dice que en referencia a la tradicional neutralidad de Suecia, pero también al vocablo latino soccus, del que deriva, entre otros, zoquete, que se define como “tarugo de madera, corto y grueso. AMLO nos da varias opciones al respecto. Insensibilidad: esta crisis es un invento de los fifís. Cortedad o taruguez: un detente es suficiente contra el virus. O directamente la perversidad: esta crisis nos va a venir como anillo al dedo. Confío plenamente en que los mexicanos no se hagan los suecos, sino que den otra lección de solidaridad y responsabilidad, como tantas han dado al mundo en otras trágicas ocasiones. Las opciones que nos deja el gobierno de esta Suecia, capital Badiraguato, no son muy esperanzadoras.